Comentábamos en la entrada anterior el caso del F-106 conocido como el bombardero del campo de maíz, que aterrizó sin piloto en un campo nevado, luego de que el mismo se eyectara, dando por perdida la nave.
Este tipo de casos son muy raros, ya que generalmente los
 aviones son abandonados cuando el piloto ya ha perdido totalmente el 
control y se estrellan rápidamente. Sin embargo, existe otro caso similar al del F-106, sólo que lamentamente no tiene un final tan gracioso.
En 1989, un piloto soviético que despegó desde una 
base en Polonia, con su MiG-23, se encontró con una grave 
falla de motor, a poco de despegar. A 150 metros, el 
piloto se eyectó, dando por perdido el aparato. A esa altura, con un motor fallando, lo más probable era que el avión se estrellara rápidamente. Sin embargo, el piloto vio con terror cómo el aparato mantenía su altitud. El motor todavía funcionaba 
parcialmente, y el avión continuó, con piloto automático, su rumbo hacia el
 oeste.
El incidente tomó ribetes casi cómicos de no 
ser por la tragedia y las repercusiones diplomáticas que trajeron 
aparejadas. Luego de abandonar el espacio aéreo polaco, atravesó el de Alemania del Este y el de Alemania del Oeste, donde fue interceptado por dos F-15. Para cuando el MiG cruzó
 por espacio aéreo holandés, los atónitos pilotos estadounidenses 
reportaron quel avión enemigo no tenía piloto. Finalmente el aparato 
soviético cruzó el espacio aéreo belga y se ordenó a los cazas 
estadounidenses derribaron sobre el Mar del Norte, para evitar 
posibles víctimas en el suelo. Lamentablemente, el avión tenía ya poco combustible, 
cambió su rumbo hacia el sur. En ese momento las autoridades militares francesas dispusieron el despegue de cazas para derribarlo apenas llegara al espacio aéreo francés.
Sin embargo, esto no sucedió. El Mig-23 no llegó a abandonar el 
espacio aéreo belga, y se precipitó a tierra, con tan mala suerte que lo
 hizo sobre una vivienda, matando a un muchacho de 18 años.
Así
 terminó una travesía de 900 kilómetros sin piloto. Aunque se culpó a las autoridades soviéticas por 
no avisar de la presencia accidental de uno de sus aviones en espacio 
aéreo occidental, lo cierto es que las autoridades militares 
estadounidenses y de otros países poco hicieron para detener o derribar 
el aparato, aparentemente temiendo que cargara armas nucleares. Sin embargo, el avión estaba en un ejercicio de entrenamiento y sólo cargaba munición convencional para su cañón. Desde 
que fue captado por los radares de la OTAN, hasta que se estrelló, el MiG voló libremente, y sin piloto, por espacio de una hora sin que nadie hiciera nada al respecto.
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