sábado, enero 30, 2010

Fuga de capitales

La caída de Francia durante 1940 asustó incluso a su mayor aliado, Inglaterra. Hasta ese momento Alemania parecía imparable, y la derrota gala fue tan rápida y contundente que muchos se encontraron sin lugar a donde escapar.

Esta no era el caso de Churchill y el gobierno británico. Después de la evacuación de Dunkerque, cuando los alemanes se acercaban inexorablemente a París, el Primer Ministro ordenó el envío de más de 1.800 millones de libras esterlinas en oro a Canadá, que le había declarado la guerra a Alemania el 10 de septiembre del año anterior. El Imperio de la Gran Bretaña tenía muchos lugares desde donde continuar las hostilidades, si el centro del mismo se perdía.

La huída de capitales, que luego resultó innecesaria, fue tan rápida como peligrosa. Los 2.230 paquetes de lingotes de oro almacenados en el carguero Emerald hicieron que se combaran las vigas de hierro que componían los soportes de la bodega de carga. Irónicamente, se declaró que el barco transportaba pescado.

Poco más de dos semanas después de la caída de París, este dinero había llegado a Montreal. El gobierno británico, todavía previendo una posible derrota, envió un segundo cargamento, ahora escoltado por buques militares: en esos buques se transportó, según se sabe, el mayor cargamento de oro que conoce la historia, tanto moderna como antigua.

lunes, enero 25, 2010

Macabra sencillez

"Cuando llegamos a un campo de minas, nuestra infantería ataca exactamente igual que si no la hubiera; las pérdidas que sufrimos por las minas contra personal las consideramos iguales a las que hubiéramos sufrido por las ametralladoras y artillería si los alemanes hubieran optado por defender aquella zona particular con grandes efectivos en vez de con campos de minas."

Mariscal de la Unión Soviética
Georgi Konstantinovich Zhukov,
explicando al Comandante Dwight Eisenhower el método soviético de sortear campos minados:
hacer que las formaciones de infantería los cruzaran a pie.

miércoles, enero 20, 2010

Empate técnico

Hacia fines del siglo XIX, las grandes naciones occidentales peleaban por conseguir influencia en los últimos territorios explorados, principalmente los ubicados en el Pacífico Sur. En esta situación, hubo numerosos incidentes diplomáticos y hasta militares entre naciones europeas y EEUU, pero el protagonizado por fuerzas alemanes y estadounidenses en Samoa es uno de los más curiosos.

En marzo de 1889, una fuerza naval alemana capturó un pueblo de este archipiélago. Al hacerlo dañó bienes y propiedades estadounidenses. Como respuesta, este país envió una fuerza naval para evitar mayores perjuicios a sus ciudadanos. Alemania, alertada y con deseos de expandir su dominio en la zona, envió también su contraparte. Todo hacía presagiar un enfrentamiento en gran escala, que incluso podría llegar a una guerra.

Pero quiso la casualidad que ambas escuadras llegaran en mal momento. Por parte de los estadounidenses, estaban el USS Trenton, el USS Vandalia y el USS Nipsic. Los germanos enviaron al SMS Adler, el SMS Olga (en la foto, en 1902) y el SMS Eber. Nada curiosamente, un buque británico, el HMS Calliope, estaba en la zona para observar lo que iba a suceder y tener noticias confiables, además de una visión del potencial de combate de ambas escuadras.

Durante el viaje hasta Samoa, los marinos vieron todos los signos de la aproximación de una gran tormenta; era época de tifones, y no era la primera vez que esto sucedía en esa zona. Grandes vientos y un oleaje más pesado complicaron su desplazamiento. Sin embargo, se dice que por un exceso de orgullo, estas señales fueron ignoradas. Los expertos marinos debían saber que la mejor manera de sobrevivir a un tifón es quedarse en el mar abierto.

Pero la presencia de fuerzas potencialmente enemigas les hizo cambiar de idea. Alejarse del puerto podía verse como una forma de cobardía, de alejarse del objetivo; también podía ser una pérdida táctica, porque el enemigo podía tomarlo y controlarlo con anticipación. Por otra parte, el puerto de Samoa era el peor lugar para pasar la tormenta; no tenía ninguna forma de protección, ni escollera, ni tierras altas que cortaran los vientos. Era simplemente una superficie plana: un lugar en donde el viento y el agua correrían libremente, volcando barcos a voluntad.

Y esto fue lo que sucedió. Mientras los buques mercantes partían con anticipación para enfrentar la tormenta en alta mar, los seis buques de guerra se dirigieron al puerto. En el último momento, el HMS Calliope se retiró, comprendiendo su comandante el riesgo que corrían. Fue el único que salió sin daños; a duras penas pudo salir de puerto, en parte gracias a que era un buque moderno y bastante pesado.

Los demás tuvieron daños de diferente tipo, incluyendo muchas pérdidas humanas. En el lado estadounidense, el USS Trenton fue arrojado a la playa, y luego tomado por el mar, que lo lanzó contra un arrecife a las 22 horas. Afortunadamente casi toda su tripulación sobrevivió (hubo un muerto), pero no fue así en otros casos. El USS Vandalia fue lanzado al mismo arrecife, pero con peor suerte; su tripulación quedó atrapada durante un día y una noche, sin poder escapar, y en el proceso 43 tripulantes murieron. El USS Nipsic fue lanzado hacia la playa a gran distancia de la costa, sufriendo la pérdida o muerte de 8 tripulantes y quedando con el interior completamente destrozado. Fue el único que pudo ser reflotado y reconstruido.

Lo peor se lo llevaron los buques germanos. El SMS Olga fue lanzado hacia la playa, bastante destrozado, escapando su tripulación a terreno elevado, donde lograron sobrevivir. Sin embargo el SMS Elber y SMS Adler (en la foto) fueron arrastrados por las primeras y más fuertes olas, que los hicieron chocar entre sí, haciéndolos hundir a causa de los daños y el incesante movimiento. 96 tripulantes del Adler murieron, y ambas naves se perdieron para siempre.

Para completar la tragedia, seis buques mercantes que no habían salido del puerto también se hundieron, haciendo que la cifra de muertos pasara de los 200.

Como irónica consecuencia, el conflicto armado que pudo haberse suscitado no tuvo lugar. Los comandantes de ambas escuadras tuvieron que firmar un armisticio forzoso: no había buques con qué combatir, de manera que se declaró un "empate".

Tres años más tarde, un acuerdo tripartito dividió en dos el archipiélago, quedándose los alemanes con la porción más grande. Actualmente, y debido a los acontecimientos del siguiente siglo, Samoa Americana (la porción que quedó bajo la influencia estadounidense) es territorio estadounidense no incorporado.

viernes, enero 15, 2010

Números rojos

La invasión de la URSS en 1941 cambió muchas de las ideas militares soviéticas, y profundizó cambios que ya estaban en marcha. Desde antes, las autoridades habían dado especial importancia a la superioridad numérica en el frente, obligando a los altos mandos a amasar grandes cantidades de unidades para poder concentrar muchos efectivos y armas de todo nivel en poco espacio.

Sin embargo, esta doctrina continuó intensificándose a niveles absurdos, incluso cuando ya era evidente que la URSS estaba ganando. Desde 1942, este país no paró de concentrar más y más fuerzas en más y más divisiones, ejércitos y grupos de ejércitos. Podemos tomar tres ejemplos: artillería, tanques y aviación.

En el primer campo, los números soviéticos se fueron duplicando organizativamente, al crearse enormes reservas de artillería que estaban bajo la dirección del Alto Mando. Existían regimientos e incluso divisiones independientes de artillería, que eran utilizados según hiciera falta. Esto hizo que, según fuentes estadounidenses, el total de la artillería soviética significara, hacia el final de la guerra, entre un 35 y un 50% del total de las fuerzas terrestres.

Para visualizar esto, se pueden utilizar estos datos. El Reglamento de combate de Artillería de 1937 establecía la norma de 60 a 80 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 12,5 o 16 metros). Pero antes incluso de la entrada formal en la Segunda Guerra Mundial, esta proporción estaba cerca de duplicarse: para finales de 1940 (época de la guerra con Finlandia) se dijo que la norma era de 100 a 150 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 10 o 6,5 metros). Dos años después, era de 130 a 150 cañones. En 1944 era de 150 a 200 cañones por kilómetro de frente (uno cada 6,5 o 5 metros); en el último año de la guerra, era de 200 a 250 cañones por kilómetro (uno cada 5 o 4 metros).

Si estas cifras resultan elevadas, hay que tener en cuenta que en ciertos casos puntuales fueron superadas, ya que ese era el mínimo que pedían los reglamentos militares a los oficiales encargados (si no se conseguía ese número, no se podía iniciar el combate). Según datos soviéticos, en Stalingrado la densidad de artillería fue de 300 cañones por kilómetro; en Leningrado, 365; en Berlín, 670 (sumando en este caso un total de 22.000 piezas de artillería, a razón de una cada metro y medio). Muchas veces, particularmente en el caso de Berlín, había tantos cañones que ya no quedaba nada que bombardear, y en cambio se los utilizada en tiro directo, para la destrucción de fortificaciones particularmente duras como las Torres Flak.

El caso de los blindados es más conocido, pero no menos exagerado. Si bien ya los tanques se usaban en masa antes de Stalingrado, después de esta victoria soviética y uso en enormes cantidades se intensificó. La concentración llegó a ser de 25 tanques por kilómetro de frente, y en la batalla de Berlín, en la cual se lanzó al combate prácticamente todo lo que estaba en servicio, se logró la cifra de entre 4.000 y 6.500.

Si bien en la Segunda Guerra Mundial se batieron varias veces todos los récords de aviones utilizados y bombas lanzadas, la URSS contribuyó también a alcanzar nuevas cimas operacionales.

En Prusia Oriental se lanzaron 927 toneladas de bombas en un frente de 9 kilómetros; esto fue sólo parte de una operación mayor, que distribuyó 1.757 toneladas en un frente de 27 kilómetros. En avance soviético por Alemania continuó acrecentándose: el 7 y 8 de abril, Köningsberg fue bombardeada con 5.000 toneladas de explosivos, utilizándose para ello y otros fines 10.000 salidas aéreas.

Solamente en Stalingrado se volaron 34.408 salidas en septiembre y octubre de 1942. Como en los casos anteriores, el colmo fue la batalla de Berlín: los soviéticos aseguran que 8.400 aviones volaron 70.000 salidas. Sin embargo, se estima según otras fuentes soviéticas más creíbles, que el número de aviones empleados fue de entre 4.000 y 5.000, totalizando unas 3 millones de salidas durante la guerra.

Para esto, hay que tener en cuenta que a veces las autoridades militares soviéticas enviaban al aire a TODOS los aviones disponibles, incluyendo a muchos que eran anticuados y poco efectivos en el combate. Esto se hacía para aumentar la superioridad numérica todavía más, incluso cuando era suficiente según los procedimientos oficiales.

domingo, enero 10, 2010

Cálculos perfectos

Los reconocimientos aéreos estadounidenses sobre el atolón de Tarawa hicieron un trabajo más que sobresaliente para ayudar a las fuerzas terrestres a conquistar la isla. En sus fotos aparecen las letrinas japonesas de la isla de Betio, la más importante del atolón, desde el punto de vista militar. Identificando con precisión los tipos diferentes según fueran para oficiales, suboficiales o tropa, y estimando el numero de hombres que se asignarían a cada letrina, los oficiales de inteligencia norteamericanos concluyeron que los defensores japoneses eran 4.836, que luego se reveló como la cifra exacta. Esto ayudó mucho a planear el desembarco. De estos defensores sólo se hicieron 148 prisioneros, trabajadores esclavos coreanos en su mayoría, y casi todos heridos. Los americanos perdieron 1.115 hombres y tuvieron 2.292 heridos.

martes, enero 05, 2010

¿Donde demonios prefiere estrellarse?

Cuando la ofensiva aliada en Italia se estancó en las playas de Anzio, los altos mandos a cargo de la misma vieron la necesidad de comenzar nuevos ataques. A causa de esto, se llevaron a cabo reuniones secretas y muchos oficiales tuvieron que realizar continuos viajes de ida y vuelta. Uno de ellos fue el general Clark, el cual tenía que viajar desde Anzio, hacia otros puntos de Italia.

Clark solía viajar en un avión especialmente acondicionado por su piloto personal, el teniente coronel Jack Walker. Como la pista de aterrizaje de Anzio estaba generalmente bajo ataque de la artillería germana, el avión de transporte había sido modificado con unos flotadores especiales, convirtiéndolo en un hidroavión improvisado. Luego de amarar, el avión era capturado con cuerdas y remolcado a tierra.

La operación ya era habitual en el piloto, pero no siempre salen las cosas como deben. Especialmente peligroso era el hecho de que, para evitar se detectados por cazas o cañones enemigos, se debía volar muy bajo, casi a ras del agua. Un día como cualquier otro, el piloto se encontró con olas más altas de lo habitual, las cuales castigaron seriamente los flotadores antes de que la aeronave pudiera despegar.

Cuando estaban en el aire, Walker le pasó la mala noticia a Clark:

-¿Vio lo que sucedió?

Clark le dijo que sí, después de mirar por la ventanilla y ver que los flotadores colgaban de sus soportes, completamente inútiles.

-¿Qué hago ahora? -fue todo lo que dijo Walker.

-Usted es el piloto, no me pregunte a mí -respondió Clark.

-Se lo pregunto por una razón, señor... simplemente me gustaría saber dónde demonios prefiere estrellarse...

El general lo pensó.

-En ese caso, que sea Sorrento. Es un lugar muy hermoso.

-Perfectamente. A Sorrento, entonces- respondió el piloto, dirigiéndose hacia allí. El trayecto duró dos horas.

Cerca de ese lugar había un centro de esparcimiento para oficiales del V Ejército, de manera que la zona estaba llena de curiosos que avistaron al avión averiado y se quedaron a ver qué sucedía. Walker divisó una zona de playa poco profunda, donde el agua tenía una profundidad de aproximadamente un metro, y decidió arriesgarse allí. Luego del accidentado aterrizaje, sus dos ocupantes salieron rápidamente del vehículo, ilesos, y vieron cómo sus restos terminaban de hundirse.

viernes, enero 01, 2010

2010

Bueno bueno, primer día del año.

Ante todo quería saludar a los que siguen el blog y el sitio, y desearles un excelente año. Pronto Casus Belli cumplirá 10 años de existencia ininterrumpida, y aunque no sé si podré dedicarle mucho tiempo, eso no es novedad!! El sitio siempre siguió estando y aceptando nuevo material.

Los cambios siguen, claro. Habrá más anécdotas, más frases, estadísticas y pequeños detalles que continuaré mudando del sitio a este blog. Ahora no serán exclusivamente de la Segunda Guerra Mundial, pasado el 70º aniversario de su comienzo, pero posiblemente seguirán siendo la parte más grande.

Por último, quería saludar la inclusión en los enlaces del sitio Francotiradores de la Segunda Guerra Mundial, de lectura obligada para los que quieran entender esta actividad tan sangrienta como heroica.

De nuevo un saludo para todos, y que sea un excelente año.