sábado, septiembre 28, 2013

Un comienzo bochornoso


El Bristol Blenheim era uno de los mejores aparatos que la RAF tenía a comienzos de la Segunda Guerra Mundial: veloz y muy versátil, estaba sin embargo poco armado, y desempeñaba al comienzo de la guerra misiones como bombardero y aparato de reconocimiento.

Este aparato había comenzado a llegar a la RAF en marzo de 1937, y para la época de la guerra, ya el modelo I estaba siendo reemplazado por el IV.

Fue este avión el primero en sobrevolar Alemania luego del inicio formal de las hostilidades, el 3 de septiembre de 1939. Ese día, el Oficial de Vuelo Andrew McPherson fue el primer inglés en cruzar la costa alemana para sobrevolar territorio enemigo, en un Blenheim MK IV de reconocimiento fotográfico.

Y no fue el único: en la mañana siguiente, tuvo lugar el primer ataque inglés a blancos alemanes. El objetivo era mantener la supremacía en el mar: el blanco principal era uno de los acorazados de bolsillo, el Admiral Scheer.

El 4 d septiembre, 15 bombarderos Blenheim MK IV, pertenecientes a tres escuadrones de la RAF, participaron en la primera acción aérea hostil sobre Alemania. El resultado fue un pequeño bochorno.

Mientras uno de los escuadrones se dedicó a bombardear otros objetivos navales, los del 107 y 110 se dirigieron al Scheer. El primer escuadrón en llegar, el 110, tomó a los marinos totalmente por sorpresa: nadie se esperaba un ataque tan certero a pocas horas del comienzo de la contienda. A pesar de todo esto, los artilleros lograron derribar uno de los aviones.

Mientras tanto, otros de los miembros del escuadrón lograron lanzar sus bombas... con nulos resultados. Una de ellas impactó el buque pero no explotó, mientras que las otras dos estallaron cerca, en el agua. Otras bombas lanzadas también fallaron y no estallaron.

Lo peor les esperaba al segundo grupo de bombarderos, el 107: con las defensas ya alertadas, los artilleros del buque pudieron derribar cuatro de los cinco aviones atacantes. Fueron las primeras víctimas del Comando de Bombarderos de la RAF.

Como resultado de este fallo, el Admiral Scheer salió sin daños del ataque aéreo.

Con el tiempo, la RAF comprendió que este avión ya estaba obsoleto, y el Blenheim, protagonista de los primeros vuelos ofensivos del brazo armado británico, fue relegado frente a otros modelos,

sábado, septiembre 21, 2013

El avión militar más fabricado

Desconocido para muchos, el gran ganador de este récord es sin lugar a dudas el Ilyushin Il-2, uno de los primeros aviones de ataque a tierra diseñados como tal en la historia bélica.

Hacia la década de 1930, en la Unión Soviética se comenzó a pensar la importancia que podía tener un avión con gran capacidad de ataque directo al suelo, sobre todo contra blancos fuertes, especialmente tanques. Fue así que, cuando las columnas blindadas alemanas llegaron a la URSS, en 1941, el Ejército Rojo tenía en sus manos un pequeño puñado de estos aviones.

Ni estos aviones, ni todo el resto del Ejército Rojo, pudieron frenar la oleada nazi, que llegó hasta las puertas de Moscú. Así, rápidamente las fábricas de aviones quedaron atrás, y fue necesario reconstruirlas del otro lado de los Montes Urales, bien dentro del territorio soviético, donde no llegarían los panzers ni los bombarderos de largo alcance.

Aquí es donde el record gana más méritos: incluso con esta enorme hazaña de ingeniería y lógistica, la URSS se las arregló para construir un total de 36.183 unidades entre 1941 y 1945. Algo del mérito lo tiene, claro está, Josef Stalin. Cuando dos fábricas se demoraron en recomenzar la producción luego de su mudanza, no perdió tiempo en dar una "última advertencia" a sus encargados, ya que consideraba que el Il-2 era, para el Ejército Rojo, "tan importante como el pan que come".

El Il-2, apodado de muchas maneras por amigos y enemigos, fue uno de los aviones que torció el curso de la historia. Extremadamente bien armado y blindado, en la decisiva batalla de Kursk se les acredita la destrucción de nada menos de 70 tanques alemanes en apenas 20 minutos.

sábado, septiembre 14, 2013

Caído del cielo

Existen situaciones que sólo se dan en momentos muy particulares, y a veces, esos momentos son durante un conflicto bélico. Situaciones totalmente irrepetibles y aparentemente inverosímiles, como la del Teniente Ivan Chisov, de la Fuerza Aérea Soviética.

Era enero de 1942. La URSS intentaba cambiar la marea a su favor, en una guerra que estaban perdiendo por paliza. Chisov era navegante de un bombardero Il-4, uno de los más modernos de esta fuerza aérea y ampliamente utilizado durante el conflicto.

En medio de un fiero combate aéreo y terrestre, cazas alemanes atacaron el avión de Chisov, que estaba realizando una misión de bombardeo. El avión comenzó a caer rápidamente. Los daños eran tan grandes que se dio la orden de abandonarlo.

Chisov tomó entonces una curiosa y arriesgada decisión. Se lanzó en paracaídas desde una altura de entre 7.000 y 6.700 metros, mientras que otros miembros de la tripulación, que fueron testigos de su hazaña, esperaron a que el avión llegara a los 500 metros para saltar.

¿Porqué hizo esto? Posiblemente temía que el avión estallara o que otros cazas alemanes llegaran a rematar la presa. La batalla aérea rugía a su alrededor, y Chisov tomó otra determinación: no abriría su paracaídas sino hasta llegar a una distancia segura. Temía ser un blanco perfecto para pilotos alemanes poco seguidores de las leyes de la guerra, que prohibían ametrallar pilotos bajando en paracaídas.

Sin embargo, Chisov no tuvo en cuenta que, a 7.000 metros, el aire es tan tenue que no permite que una persona se mantenga conciente. Sin equipo especial para respirar, el teniente soviético se desmayó, y no pudo accionar el cordón de su paracaídas.

Posiblemente cualquier otra persona, en una situación similar, hubiera muerto. Pero Chisov era uno de tantos que, en esos años, fueron tocados por una suerte descomunal. Todavía inconsciente, cayó en un barranco lleno de nieve, a una velocidad estimada de entre 190 y 240 km/h. Sin nada que lo detuviera, rodó por la pendiente una buena cantidad de metros antes de frenarse en terreno firme.

Afortunadamente para él, la batalla aérea estaba siendo vista por una unidad de caballería soviética, cuyos hombres, al ver la caída del piloto, se acercaron a recuperar el supuesto cadáver. Enorme debe haber sido su sorpresa al ver que estaba vivo, aunque con terribles heridas. Tenía rota la pelvis y muy golpeadas varias partes de la columna. Por un mes estuvo en condición crítica.

Pero la suerte de Chisov no había terminado. Tres meses después del choque, se había recuperado casi totalmente y era apto para volar. Sólo entonces lo abandonó la buena fortuna: solicitó volver a volar en misiones de combate, pero se las negaron, y en cambio lo asignaron a ser un instructor de navegantes.

Fue la última de sus 70 misiones de combate, y seguramente, la más memorable. Había sobrevivido a la muerte tres veces seguidas en pocos minutos, algo que muy pocas personas del mundo podían acreditar.

sábado, septiembre 07, 2013

El bombardero más fabricado

Aunque es eclipsado en fama por el ubicuo B-17 Flying Fortress, hay que tener en cuenta que su contemporáneo B-24 Liberator, de la Consolidated Aircraft, era un avión más complejo, capaz y moderno, al menos en algunos aspectos. Tenía más alcance y capacidad de carga de bombas, pero al mismo tiempo era más difícil de volar y más frágil frente al fuego enemigo. También fue el primer avión de estas características en poseer un tren de aterrizaje tipo triciclo.

La gigantesca demanda provocada por la Segunda Guerra Mundial se encontró respondida por una igualmente enorme capacidad de producción. Se produjeron unos 3.800 solamente para la Octava Fuerza Aérea de EEUU, de los cuales un tercio al menos se perdió en acciones de combate.

Sin embargo, a diferencia del B-17, este bombardero fue utilizado en muchos otros teatros, como el Pacífico, China, India, Birmania, el Mediterráneo, etc. Es por eso que el número final es significativamente mayor. Entre 1940 y 1945 se produjeron 18.482 unidades (otras fuentes indican 19.256) completas, en cinco plantas industriales de todo EEUU. Este número es doblemente significativo si tenemos en cuenta que aproximadamente la mitad se produjo en fábricas de Ford Motor Company. Utilizando las más avanzadas técnicas y procesos de la época, sólo en la planta de Willow Run se ensamblaron 6.792 unidades.

Con estos números, el B-24 ostenta también el récord como el avión estadounidense más fabricado de la historia.