Los argentinos tenemos dos particularidades (sí, dos más, y van...): tenemos Monumento e Himno a nuestra Bandera Nacional.
Del monumento hablaré dentro de poco; de nuestro himno a la bandera, me basta contar una anécdota que recién escuché de boca de nuestros ilustre tenor José Cura (rosarino como yo). Allá por 1906, se estrenó una ópera en donde existía una aria en particular: el tenor la cantaba a la bandera argentina, dentro de la historia, y envuelto en dicha insignia. Fue tanta la emoción que el público pidió que la repitiera, y al hacerlo el tenor, la gente escuchó de pie. A partir de ese momento se la adoptó como himno, a pesar de no haber sido pensada de esa manera; de hecho, como bien contaba José Cura, es bastante difícil de cantar (si lo sabremos los argentinos) porque tiene muchas variaciones entre bajos y agudos.
Ese himno que tiene tantas anécdotas... Cura ejemplificó, creo que perfectamente, lo que pienso sobre algunos temas (ver cuestión Malvinas e ingleses) con otra anécdota. Él cantó muchas veces este himno, la Aurora, en todas partes del mundo, enorgulleciéndose de él. En Inglaterra, ante 45.000 ingleses, tuvo la hombría de bien de comentarle a la audiencia que quería hacerlo no solamente por ser él argentino, sino como gesto de reconciliación, de dejar en el pasado lo que está ya en el pasado. Y según cuenta, mientras él lo cantaba, las 45.000 personas se pusieron de pie, con una mano en el corazón, como si fuera su propio himno. Creo que aquello lo dice todo.
Y del Monumento a la Bandera, ¿qué puedo decir? Es un orgullo para nosotros. Uno la anécdota de Cura a las mías, y recuerdo cuando en la primaria y secundaria, a eso de las 7 de la mañana (generalmente temblando de frío), izábamos la insignia del mástil mientras cantábamos su himno. Me enteré más adelante que eso no se hace en otros países, y como siempre, me llama un poco la atención. Creo que es un gesto de buen patriotismo para nuestros hijos e hijas, haga frío o calor, el honrar a nuestro mayor símbolo patrio.
Hace 50 años, el 20 de junio de 1957, se inauguraba el Monumento, en el lugar en donde el general Belgrano enarboló por primera vez la Bandera Argentina. El Monumento se venía proyectando desde 1898; en una constante demostración de la naturaleza argentina, los sucesivos gobiernos lo habían demorado más y más. Pero finalmente lo tuvimos, y es hermoso. A partir de ahora, con las reformas y las nuevas luces (se inauguran hoy), será todavía más hermoso.
Mañana cumple 50 años; y la ciudad, como siempre, festeja tirando la casa por la ventana. Como no tenemos fecha de fundación, es algo que nos compensa. Todos los años hay desfiles cívico-militares y muchas actividadades culturales; las de este año han sido todavía mayores y más espectaculares.
De más está decir que me siento orgulloso y muy emocionado de poder vivir este momento, y aunque no pude asistir a muchas de estas celebraciones, las de hoy y mañana no pienso perdermelas.
Dice José Cura, que ahora vive en España, que cuando uno está en Argentina, canta el Himno Nacional bajito, con vergüenza (y es un himno difícil de atinarle a los tonos, hay que reconocerlo) y mira la bandera como si no estuviera ahí. Pero cuando está uno afuera por mucho tiempo, mira la bandera o escucha el Himno y se emociona. No dudo que a mí me pasaría.
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