Que soy un poco adicto a los libros, ya lo deben saber si siguen este blog... y es que me pueden, particularmente si están a buen precio y son de buena calidad.
Pero también, particularmente, si los encuentro huérfanos y veo que nadie los compra. Hay libros más o menos raros, que si uno va a la misma librería muchas veces, los descubre invariablemente en el mismo estante del mismo mueble, sumando polvo... y eso me suele poner mal, sobre todo si el libro en sí me interesa.
Varias veces me ha pasado esto de ir vigilando un libro, indeciso sobre su compra, hasta que al final un día me canso y me decido a llevarlo... porque siempre me decido a llevarlo, salvo que alguien me gane de mano (que también ha pasado algunas veces).
Hace unos días me pasó con Atlas de la Tierra Media, un hermoso libro grandote, de tapa dura, que recopila mapas extrapolados de las obras de J. R. R. Tolkien y los explica con referencia a los textos. Los que conozcan, sabrán que puede ser una guía perfecta para entender, principalmente, El Silmarillion, aunque también hay referencias a El Hobbit y El Señor de los Anillos.
Puesto de costado en un estante que no era para su tamaño, perdido entre libros de otros temas (aunque cerca de los de C.S. Lewis, irónicamente), acumulaba polvo y tenía algunos daños muy menores. Mis contactos bibligráficos me permitieron conseguirlo a muy buen precio. No es que no hubiera podido comprarlo antes; es que realmente no lo consideraba prioritario. Pero una mezcla de súbito fervor por el autor (estoy comprando la Biblioteca Tolkien de Planeta Agostini) y la carita triste con la que me seguía mirando el cachorrito me terminaron de hacer decidir.
Así que lo traje a casa, calentito, mi mamá lo lavó (estaba percudido, los colores ya no brillaban en la tapa) con algo de limpiador de muebles, cosa que me asustó al principio pero ella aseguró que no perjudicaba nada el material. Y sí, quedó muy lindo. Lo tengo en la mesita de luz, para cuando vuelva a leer el Hobbit (me lo deben todavía) y quiera seguir con más cuidado la travesía de Bilbo, Gandalf y los enanos.
Ah, y ahora sí, oficialmente ya no tengo espacio en las bibliotecas para más libros, y termino apilándolos sobre mesas, cajas, etc. (para que no toque el piso los pobres). Si mi hermano se muda pronto, como quiere, y se lleva SUS muebles, estoy frito...
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