Con tanto barullo en mi vida reciente había olvidado la efeméride. Se cumplen hoy 90 años el final de la que, entonces, fue la guerra más sangrienta de la historia moderna, y no por nada fue apodada Gran Guerra (hasta que vino otra mayor, y allí pasó a ser la Primera Guerra Mundial).
La curiosidad viene del hecho de que era el 11 del 11 (noviembre) de 1918, y el alto al fuego entraba en rigor a las 11 horas. Es decir, a las 11 del 11 del 11. Tal vez como ejercicio mnemotécnico, para que nadie se olvidara y siguiera con el dedo en el gatillo.
Los libros de historia dicen que Alemania (y sus aliados) perdieron, pero tal vez es más justo decir que en realidad fue un gran empate constante, debido a la estupidez supina de ambos bandos, que no querían cambiar las tácticas tradicionales, las cuales eran obsoletas gracias a los enormes avances tecnológicos: avión, tanque, ametralladora, submarino, telégrafo y un largo etc.
De hecho, cuando Alemania se rindió el pueblo alemán no comprendió por qué, ya que ellos consideraban (propaganda aparte) que estaban ganando. Este sentimiento de que habían sido traicionados por sus gobernantes, sumado a las condiciones humillantes puestas por los ganadores (las cuales se hicieron más humillantes con la Gran Depresión), fueron el perfecto caldo de cultivo para los nazis, años después. Sobraban las excusas y los culpables.
Dejo enlace, para ser justo, con el artículo de Microsiervos que me recordó la fecha. Para los que quieran aprender algo más de tamaño acontecimiento, pueden consultar la entrada de la Wikipedia en castellano que allí aparece.
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