Aunque es eclipsado en fama por el ubicuo B-17 Flying Fortress, hay que tener en cuenta que su contemporáneo B-24 Liberator, de la Consolidated Aircraft, era un avión más complejo, capaz y moderno, al menos en algunos aspectos. Tenía más alcance y capacidad de carga de bombas, pero al mismo tiempo era más difícil de volar y más frágil frente al fuego enemigo. También fue el primer avión de estas características en poseer un tren de aterrizaje tipo triciclo.
La gigantesca demanda provocada por la Segunda Guerra Mundial se encontró respondida por una igualmente enorme capacidad de producción. Se produjeron unos 3.800 solamente para la Octava Fuerza Aérea de EEUU, de los cuales un tercio al menos se perdió en acciones de combate.
Sin embargo, a diferencia del B-17, este bombardero fue utilizado en muchos otros teatros, como el Pacífico, China, India, Birmania, el Mediterráneo, etc. Es por eso que el número final es significativamente mayor. Entre 1940 y 1945 se produjeron 18.482 unidades (otras fuentes indican 19.256) completas, en cinco plantas industriales de todo EEUU. Este número es doblemente significativo si tenemos en cuenta que aproximadamente la mitad se produjo en fábricas de Ford Motor Company. Utilizando las más avanzadas técnicas y procesos de la época, sólo en la planta de Willow Run se ensamblaron 6.792 unidades.
Con estos números, el B-24 ostenta también el récord como el avión estadounidense más fabricado de la historia.
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