Ayer fue la culminación de una semana endemoniada. Incluso el último acto me llevó al extremo, al límite del ataque. Estoy acostumbrado a que todo me pase a mí, pero, ¡cuatro locales de WU para poder cobrar una transferencia tan crucial! No, es demasiado. Dos habían cerrado hacía poco, y en el otro no tenían dinero... y luego un formulario. ODIO los formularios.
Pero en fin, cobrado el dinero, más que pensar en mi nueva computadora, pensaba en ahogar mis nervios en libros. Los cuales eran el segundo objetivo de la tarde, así que fui.
Ya disfruto de mis nuevos volúmenes de la enciclopedia visual de La Segunda Guerra Mundial (Time Folio), que compro en locales de saldo a precios más que interesantes. Realmente desearía poder comprarlos no de a 2 sino de a 20, pero el presupuesto... Ahora leo con asombro las anécdotas del tiempo de guerra y el racionamiento en EEUU.
También otro volumen de la colección Vida y costumbres de la Edad Media, de Sopena, dedicado a... El arte de la guerra, como debía ser. Recuerdo que cuando descubrí la colección fue obviamente el primer número que quise, pero la necesidad me llevó antes a comprar el de vestidos. Realmente descubrí cosas muy interesantes y apasionantes en los grabados de espadas y armaduras.
Y de postre, un CD de Mozart. La verdad que la cajera debe haber pensado que tenía amplitud de gustos... y eso que no podía gastar más dinero. Si no creo que me elegía otro CD, pero de tangos, algún comic y tal vez algo de Shakespeare, para seguir engrosando la colección de Libros Que No Tengo Tiempo Para Leer.
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