Estaba por escribir esta entrada y me encuentro con una que trata de algo similar en Blimdablog (que además recomienda un libro excelente como es Starship Troopers, de Robert Heinlein).
¿Es necesario servir para aprender a servir? Se podría resumir todo el asunto en esa frase, aprovechando un cierto doble sentido en el verbo. También podríamos decir, ¿serán mejores políticos, incluso mejores presidentes, los que ya hayan servido en las fuerzas armadas?
Para los que no sepan, el libro plantea como trasfondo una sociedad futurista en la cual solamente pueden ser sujetos políticos (votantes o elegidos) los que previamente hayan servido en alguna rama de las FFAA. La propuesta puede parecer bastante facista, y sin duda es uno de los argumentos que muchos esgrimieron en contra de Heinlein (mientras otros lo tachaban de pacifista o filocomunista... hay de todo por allá afuera).
Sin embargo, pienso siempre en el príncipe Andrew, sirviendo como piloto de helicóptero en Malvinas. Desde chico me preguntaba qué tipo de país mandaba incluso a sus príncipes a luchar. Suena muy extraño en un mundo en donde muchas cortes han desaparecido, y en donde los políticos y sus prebeyas familias a veces tienen enormes ventajas sobre el común de la gente.
Pero la larga cadena de tradiciones inglesas no se detiene allí. El príncipe Harry no quiso cortarla y parece que ha movido cielo y tierra para no hacer su servicio militar en vano. Finalmente fue destinado a Afganistán, en donde peleó como cualquier ciudadano. Lamentablemente tuvo que hacerlo en el secreto creado artificialmente por un gobierno británico que todavía tiene mucha influencia (buena o mala, según lo veamos) en los medios. Solamente cuando un blog descubrió el hecho y todos se hicieron eco del mismo, Harry tuvo que volver a casa, evidentemente decepcionado.
Pero regresando a la pregunta, ¿haría el servicio un mejor presidente? Tal vez no se pueda saber. Pero hay casos a tener en cuenta.
Recuerdo el caso de Eisenhower, quien como antiguo militar, dicen que no tomaba en serio las cifras abultadas pedidas por los presupuestos militares, sabiendo por experiencia propia que mucho de ese dinero se desperdiciaba en proyectos ridículos, quedaba perdido en la burocracia... o cosas peores. Claro que el suyo fue un caso excepcional, habiendo sido no solo soldado sino militar de carrera con grandes rangos y habiendo tenido enormes responsabilidades como las del desembarco en Normandía y todo lo que siguió.
Pero, ¿cuál sería el punto en el cual no habría excepciones? En el hecho de que todo ciudadano, noble o plebeyo, que sirva activamente en un conflicto debería, en el futuro, conocer de primera mano qué es eso que se llama guerra. Tal vez sea un pésimo administrador, o un mal negociador, sea corrupto o inepto. Pero sabrá a donde manda a los hijos de su nación.
Pienso en Kennedy en los 13 días en los que el mundo podría haber terminado, espiando y negociando a destajo con tal de evitar otra guerra. Una que le había costado un hermano (Joseph Kennedy, operación Afrodita, 1944) y casi la vida en un incidente poco común en el Pacífico, siendo condecorado por esa y otras acciones.
Ahora ni Andrew ni Harry puedan tomar decisiones sobre el tema, pero evidentemente su nación sabe que, si son enviados a la guerra, es por algo grave. Funcionan como ejemplos de que nadie está por encima de la ley y de la necesidad de servir; marcan la necesidad de sacrificarlo todo en determinados momentos, algo que las sociedades modernas, tan ególatras y poco altruístas, han ido perdiendo.
¿Qué me falta por pensar? Pues sí, en George W. Bush. Al menos su padre sirvió y sufrió como todos. Él no. Pasó Vietnam en la reserva, donde algunos dicen que fue puesto por contactos paternos para evitar el reclutamiento. Una opción que muchos no tuvieron. Curiosamente, le ganó en las anteriores elecciones a un veterano condecorado de Vietnam. Ahora el candidato de su partido es otro veterano de Vietnam, uno de los soldados y políticos más respetados de su país, John McCain, que pasó mucho tiempo prisionero del enemigo en pésimas condiciones.
A lo mejor, si es elegido, McCain sí sepa donde mandar a sus muchachos, cuando haga falta, y no se dedique a inventar guerras donde es más conveniente, acarreando miles de heridas y muertes sin verdadera necesidad.
Al menos puedo respetarle, al igual que a los príncipes ingleses, el hecho de que se haya sacrificado para servir, aprendiendo luego cómo servir mejor a los demás.
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