Recuerdo ahora, curiosamente, que el 19 de septiembre es el día de hablar como pirata. Para nosotros, occidentales a veces poco informados, son cosas graciosas, divertidas, de películas de Disney o de libros de Salgari. Pero no. Siguen estando ahí.
Varias han sido ya las noticias que generaron las aguas somalíes sobre el tema. Frente a una región sin ley, que ni siquiera es un país, los buques de todo tipo que se animan a pasar tienen problemas. Son asaltados, capturados, robados. Se pide rescate por su carga o sus pasajeros y tripulación. Mientras tanto, el mundo mira para otro lado.
Algunos países, principalmente Francia, han reaccionado con firmeza, ordenando operaciones especiales de comandos para recuperar a sus ciudadanos capturados y llevar a la justicia a los responsables. Se ha hablado de crear un ente conjunto, de varios países, para que una pequeña flotilla de buques militares se vaya rotando la vigilancia de la zona. Algo que, a contramano del sentido común, parece ser más dífícil de lo que parecía. Es así como ciertos países, sin coordinación, tienen que tomar acciones para proteger, al menos, sus intereses particulares.
La cosa no parece mucho, pero lo es. No solo corren riesgo las personas que van en los buques, no es solo la pérdida económica. Cuando es un todo vale, pasan cosas como estas.
Y como si eso fuera poco, después de todo el lío, hay gente que sigue sin hacer nada.
Aunque la noticia no es totalmente insólita, me sigue llamando la atención. Dejo para más adelante otras reflexiones.
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