La invasión de la URSS en 1941 cambió muchas de las ideas militares soviéticas, y profundizó cambios que ya estaban en marcha. Desde antes, las autoridades habían dado especial importancia a la superioridad numérica en el frente, obligando a los altos mandos a amasar grandes cantidades de unidades para poder concentrar muchos efectivos y armas de todo nivel en poco espacio.
Sin embargo, esta doctrina continuó intensificándose a niveles absurdos, incluso cuando ya era evidente que la URSS estaba ganando. Desde 1942, este país no paró de concentrar más y más fuerzas en más y más divisiones, ejércitos y grupos de ejércitos. Podemos tomar tres ejemplos: artillería, tanques y aviación.
En el primer campo, los números soviéticos se fueron duplicando organizativamente, al crearse enormes reservas de artillería que estaban bajo la dirección del Alto Mando. Existían regimientos e incluso divisiones independientes de artillería, que eran utilizados según hiciera falta. Esto hizo que, según fuentes estadounidenses, el total de la artillería soviética significara, hacia el final de la guerra, entre un 35 y un 50% del total de las fuerzas terrestres.
Para visualizar esto, se pueden utilizar estos datos. El Reglamento de combate de Artillería de 1937 establecía la norma de 60 a 80 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 12,5 o 16 metros). Pero antes incluso de la entrada formal en la Segunda Guerra Mundial, esta proporción estaba cerca de duplicarse: para finales de 1940 (época de la guerra con Finlandia) se dijo que la norma era de 100 a 150 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 10 o 6,5 metros). Dos años después, era de 130 a 150 cañones. En 1944 era de 150 a 200 cañones por kilómetro de frente (uno cada 6,5 o 5 metros); en el último año de la guerra, era de 200 a 250 cañones por kilómetro (uno cada 5 o 4 metros).
Si estas cifras resultan elevadas, hay que tener en cuenta que en ciertos casos puntuales fueron superadas, ya que ese era el mínimo que pedían los reglamentos militares a los oficiales encargados (si no se conseguía ese número, no se podía iniciar el combate). Según datos soviéticos, en Stalingrado la densidad de artillería fue de 300 cañones por kilómetro; en Leningrado, 365; en Berlín, 670 (sumando en este caso un total de 22.000 piezas de artillería, a razón de una cada metro y medio). Muchas veces, particularmente en el caso de Berlín, había tantos cañones que ya no quedaba nada que bombardear, y en cambio se los utilizada en tiro directo, para la destrucción de fortificaciones particularmente duras como las Torres Flak.
El caso de los blindados es más conocido, pero no menos exagerado. Si bien ya los tanques se usaban en masa antes de Stalingrado, después de esta victoria soviética y uso en enormes cantidades se intensificó. La concentración llegó a ser de 25 tanques por kilómetro de frente, y en la batalla de Berlín, en la cual se lanzó al combate prácticamente todo lo que estaba en servicio, se logró la cifra de entre 4.000 y 6.500.
Si bien en la Segunda Guerra Mundial se batieron varias veces todos los récords de aviones utilizados y bombas lanzadas, la URSS contribuyó también a alcanzar nuevas cimas operacionales.
En Prusia Oriental se lanzaron 927 toneladas de bombas en un frente de 9 kilómetros; esto fue sólo parte de una operación mayor, que distribuyó 1.757 toneladas en un frente de 27 kilómetros. En avance soviético por Alemania continuó acrecentándose: el 7 y 8 de abril, Köningsberg fue bombardeada con 5.000 toneladas de explosivos, utilizándose para ello y otros fines 10.000 salidas aéreas.
Solamente en Stalingrado se volaron 34.408 salidas en septiembre y octubre de 1942. Como en los casos anteriores, el colmo fue la batalla de Berlín: los soviéticos aseguran que 8.400 aviones volaron 70.000 salidas. Sin embargo, se estima según otras fuentes soviéticas más creíbles, que el número de aviones empleados fue de entre 4.000 y 5.000, totalizando unas 3 millones de salidas durante la guerra.
Para esto, hay que tener en cuenta que a veces las autoridades militares soviéticas enviaban al aire a TODOS los aviones disponibles, incluyendo a muchos que eran anticuados y poco efectivos en el combate. Esto se hacía para aumentar la superioridad numérica todavía más, incluso cuando era suficiente según los procedimientos oficiales.
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