Uno de ellos es bastante conocido: el Teniente Coronel John Malcolm Thorpe Fleming Churchill. Los apodos de "Jack" Churchill ya lo decían todo. Lo llamaban "Fighting Jack" (Jack el luchador) o "Mad Jack" (Loco Jack). Una de sus frases más famosas da otra muestra de su particular estilo: "cualquier oficial que entra en acción sin su espada no está adecuadamente armado". No es raro que este Churchill haya ganado gran fama debido a su coraje y a la poco ortodoxa forma que tenía de encarar los combates durante una guerra moderna.
Jack Churchill participando del Campeonato Mundial de Arquería en Oslo, en agosto de 1939, apenas días antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. |
Pero entonces todo cambió. Como muchos ingleses, Churchill tuvo que regresar a las armas a pocos días de la invasión de Polonia, cuando Inglaterra le declaró la guerra a Alemania. En mayo de 1940, sirviendo nuevamente en el Regimiento Manchester, ahora en Francia, Churchill comenzó su larga carrera de exóticas andanzas militares. Al emboscar una patrulla alemana, Mad Jack dio la orden de atacar matando al sargento enemigo que lideraba la patrulla... con una flecha. La hazaña no solamente le dio una ventaja sorpresa a su unidad, sino que además lo dejó acreditado como el único soldado británico que mató a un enemigo con arco y flecha en todo este conflicto bélico.
Fighting Jack no era un soldado común. Es por eso que luego de la retirada de Francia, se presentó voluntario para pertenecer a los comandos, un nuevo tipo de unidad de combate que los británicos estaban formando.
Obviamente, en esta nueva posición, su capacidad para asombrar a propios y enemigos se incrementaría. En una operación de comandos en Noruega, el 27 de diciembre de 1941, Churchill saltó de la lancha de desembarco apenas bajaron las rampas. Su primera acción fue tocar una tonada en su gaita, para luego comenzar a tirar granadas y encontrar en combate haciendo muestra de gran valor y coraje. Por esta acción y otras anteriores fue condecorado con la Cruz y Barra Militares.
Una de sus siguientes anécdotas nos traslada a Italia, en julio de 1943. Al liderar el desembarco de un puñado de comandos en Catania, Sicilia, lo hizo cargando su tradicional espada ancha escocesa en su cinturón, un arco largo y flechas al cuello y su gaita bajo el brazo.
Repitió su acción poco tiempo después, en Salerno, momento en el que se ganó nuevamente gran admiración de sus superiores. Su misión y la de un puñado de comandos a su mando era tomar un puesto de observación alemán fuera del pueblo de La Molina, el cual controlaba un paso que llevaba a la cabeza de playa de Salerno. No sólo atacó el puesto y lo capturó, sino que además se infiltró en el poblado, tomó a 42 soldados alemanes como prisioneros y logró regresar con ellos. Sobre la hazaña táctica, solamente comentó que fue "una imagen de las Guerras Napoleónicas": había obligado a los prisioneros alemanes a cargar a los heridos en carritos. Por esta acción recibió la Orden al Servicio Distinguido.
1944 lo llevó a Yugoslavia, e indirectamente a toda una serie de nuevas hazañas. Inglaterra deseaba apoyar a los partisanos de Tito. En mayo de este año, a los comandos liderados por Mad Jack se les ordenó atacar la isla de Brač, entonces en poder de los alemanes. Para eso contaba con la ayuda de 1.500 partisanos yugoslavos.
En el extremo derecho de la fotografía podemos ver a Mad Jack liderando un ejercicio de entrenamiento. Ni en esos momentos dejaba de lado sus costumbres: la delgada línea blanca a la altura de su rodilla es la espada ancha que siempre lo acompañaba en combate. |
Pero al día siguiente estos tampoco quisieron movilizarse, así que Mad Jack dividió a sus escasas tropas para realizar ataques desde ambos flancos. Solamente él y seis comandos más lograron llegar al objetivo, acosados por los proyectiles de mortero. Rápidamente las explosiones mataron o hirieron a todos menos a Mad Jack, quien a esta altura parecía tener "inmunidad de libreto". Fiel a su estilo, lideraba el ataque tocando una canción tradicional en su gaita, hasta que una explosión lo dejó inconciente. Fue capturado, enviado primero a Berlín para interrogarlo y finalmente asignado al campo de concentración de Sachsenhausen.
Pero Mad Jack era un hueso duro de roer. Al poco tiempo, él y un oficial de la RAF intentaron fugarse, arrastrándose debajo de la alambrada, aprovechando un desagüe abandonado. Intentaron llegar caminando a la costa del Báltico, pero fueron nuevamente capturados a pocos kilómetros del mar.
Tuvo que permanecer en cautiverio varios meses más, hasta que en abril de 1945, junto con otros prisioneros problemáticos para los alemanes, fue transferido al Tirol, bajo escolta de unidades de las SS. Es necesario recordar que mucho tiempo atrás, Hitler había dado órdenes de ejecutar a los comandos, ya que los consideraba soldados que no cumplían con las normas de la guerra. Sin embargo estas órdenes muchas veces no habían sido cumplidas por los oficiales al mando, y algunos temían que al ejecutar a los comandos los ingleses pudieran desquitarse con los prisioneros alemanes.
Ciertamente el ser trasladados más lejos del frente, cuando la guerra se estaba terminando, y ser escoltados por las SS no era una buena señal. Una delegación de prisioneros se las arregló para contactarse con oficiales alemanes del ejército, y comentarle sus temores. Los oficiales del ejército, reconociendo en esto un acto de cobardía y de violación a las leyes de la guerra, se movilizaron para proteger a los prisioneros. Los soldados de las SS, superados en número, se marcharon, dejando a los ingleses a cargo de las tropas regulares
Terminada la guerra en Europa, Chuchill no se quedó sentado. Fue destinado a Birmania, donde los japoneses todavía estaban luchando contra los ingleses. Sin embargo, para cuando llegó a India, las bombas atómicas habían sellado el final de la guerra en Asia.
Jack Churchill tuvo una frase típica de él para tan "desafortunado" y sorpresivo final: "si no fuera por esos malditos yankis, hubiéramos mantenido la guerra andando por otros diez años".
Mad Jack murió en 1996, poco antes de cumplir 90 años, y luego de convertirse en toda una leyenda gracias a su arrojo y su coraje excéntrico.
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