miércoles, agosto 22, 2007

Pájaros de acero (La guerra aérea 1914-1918)

Firmado por Carlos Martínez Campos, se aclara en la tapa que es una edición ilustrada con 107 fotografías de alto valor documental. Y realmente se puede extraer bastante de sus fotos, incluso dos en las cuales se muestran los inicios del nose-art.

El libro en sí es una recopilación de historias y eventos bélicos relacionados con la aviación durante la Gran Guerra. La primera parte es un prólogo del autor, que resume cómo el avión pasó por varios trabajos (reconocimiento, caza, bombardeo) y cómo se adaptó a cada uno.

Hasta ahora esta es la parte más amena y útil, ya que muchos de los capítulos, de calidad variable (lo que casi hace sospechar que se trate de traducciones y/o adaptaciones de otros trabajos) narran hechos aislados, historias de aviadores poco famosos, eventos pequeños dentro de otros mucho más grandes. No es que esto no me interese; el tema es que la forma de abordarlos narrativamente es un poco vieja para mi gusto, y se pierden los detalles técnicos y tácticos. Casi son obras de ficción histórica antes que narraciones sobre el uso bélico de aparatos o historias de héroes.

Los capítulos, sin orden cronológico, cuentan historias sueltas sobre aviadores italianos en el desierto, globos de observación de artillería, zepelines de bombardeo, intrusión y extracción de espías detrás de las líneas enemigas (algo que me sorprendió descubrir tan temprano en la historia del Siglo XX), y un largo etc. Lamentablemente lo jugoso se pierde: datos técnicos, fechas precisas, lugares, etc.

Los textos, si bien cortos, me cansan un poco y teniendo en cuenta que el libro es largo, no es de extrañar que hace rato que lo haya comprado y recién esté por la mitad. Cada tanto me acuesto una noche y leo un capítulo, como mucho dos; en ese sentido es el único libro que leo cada tanto en casa. A esto contribuye su deplorable estado, del cual paso a hablar.

Se trata de la primera edición, de febrero de 1932, de la editorial Gil. Lo compré por muy poco dinero, unos pesos, pero lamentablemente esto se debe en gran medida a su pésimo estado. No existe el lomo, y las dos tapas se mantienen en su lugar (apenas) por dos trozos de cinta scotch, que también mantienen sujetas las hojas cosidas. Por otra parte, la tapa está cortada en un borde, muy maltratada en los costados y muestra marcas de uso y abuso. Las hojas en sí están todas (al parecer) y si bien están con esa textura polvorienta y reseca, no crujen demasiado. Son gruesas y lo único malo que puede suceder es que finalmente colapsen sus articulaciones, particularmente las hojas de fotografías, que son de otro tipo de papel.

Con respecto a las ilustraciones, son casi todas fotografías, agrupadas cada tanto en dos hojas consecutivas que no tienen mucho que ver con el capítulo en el que están insertas. Hay unas pocas de estas hojas que estaban pegadas entre sí; con algo de trabajo y mucho de cuidado logré separarlas, pero una o dos siguen resistiéndose y no quiero dañar más el material, así que supongo que quedarán así hasta que descubra una manera segura.

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