Desde hace tiempo, frente a mi ciudad, en las islas del delta del Paraná, se quema la vegetación para hacer lugar al ganado. Algo que es malo para el ambiente, causa humo y contaminación a la ciudad... y es malo para el ambiente.
Desde hace años nos cansamos de reclamar a las autoridades de la provincia de Entre Ríos. Pero ahora les tocó a los porteños. Su ciudad se volvió México DF y Los Ángeles todo en una. Hubo accidentes y muertos en las rutas cercanas, donde la niebla de la época se junta con el humo y la negligencia de las autoridades y empresas contratistas.
Como el humo tocó a Buenos Aires, ahora todos se rasgan las vestiduras. Típico de los argentinos.
Típico de los argentinos es no tener idea de lo que pasa, hasta que pasa. Ahora que todo es gravísimo, nadie sabe qué hacer, y nadie hace nada.
¿Qué puede hacer un gobierno cuyas Fuerzas Armadas apenas tienen aparatos voladores? Porque aunque el esfuerzo de las dotaciones de bomberos de toda la zona sea sobrehumano, y no me cabe duda de que lo es (a pesar de que muchos son bomberos voluntarios con poco equipo y poco sueldo), no alcanza. Los incendios, ya sea por el clima, por mano humana o azar, se siguen agrandando.
Habría que usar aviones hidrantes, pero... ¿dónde están? No estamos ante una situación como la de Grecia o EEUU, en donde la destrucción era tan grande que ni con decenas de aparatos se pudo controlar. Estamos ante un escenario que, de contarse con medios adecuados y personas entrenadas, se podría haber reducido desde el primer día.
En cambio, recién hoy llegó a la zona el primer avión hidrante. Un solo aparato que, según la página, no puede cargar más de 2.500 litros, y que según dicen en las noticias, no puede operar porque hay tanto humo que el piloto no sabría donde tirar su carga...
Daría risa, si no fuera trágico.
¿Alguien conoce el concepto de visión térmica? Porque, creo, con uno de esos aparatitos al menos se podría ubicar donde hay llamas y al menos jugar al blanco... Claro, con un avión en serio, no para apagar incendios puntuales. Bueno, no uno, sino varios.
Sí, ya sé que estos aparatos cuestan. Y que a veces se necesitan muchos. Pero el no tener ni uno muestra a las claras lo torpe que han sido todas las administraciones anteriores, ni hablar de esta. No solo no hay política agropecuaria ni leyes firmes que condenen la quema de pastizales (recién se prohibió ayer), sino que tampoco hay material y personal para este tipo de situaciones.
Mientras tanto en Buenos Aires, al menos, despiertan un poco y se dan cuenta, en algunos canales, que Rosario y el Interior existen. Y que ya nos cansamos de que todo se haga para unos pocos.
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PD: me perdonarán el bordear demasiado la temática del blog, pero cuando uno se indigna, y la gente muere por la inoperancia... pasa esto.
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