Es raro, en Argentina, tener un feriado en el día justo, porque todos se pasan al lunes, y sin embargo este y el de las Malvinas quedan en el día que caen (en este caso, martes).
Cerrado el día, que para muchos no es más que un feriado, tengo dos cosas para sobresaltar:
- el relato de Robert Cox, entonces editor del Buenos Aires Herald, el único medio que sobrevivió a la censura el tiempo suficiente como para esparcir por el mundo las denuncias de que estaba desapareciendo gente. En entrevista con un canal local, contó cómo la gente, de a poco, comenzó a darse cuenta de que ese medio tomaba las denuncias y las publicaba, mientras en los organismos oficiales, a los familiares se los escuchaba y no les daban respuesta. Para su sorpresa sus superiores no le creían, y le decían "la gente no desaparece": era una forma de exterminio totalmente nueva para la época. También relató cómo conversaba con Videla y otros militares funcionarios del gobierno, pesos pesados que ahora están en la cárcel y esperando juicio, y se dio cuenta del nivel de seriedad que tomaba la cosa, al verlos furiosos porque él seguía con lo suyo sin importar las primeras amenazas. Para sorpresa de la entrevistadora, calificó de "muy útil" su orden de detención y su estadía de dos días en varias cárceles, porque según él para cualquier periodista lo hubiera sido: le dio la oportunidad de experimentar las cosas que él suponía y escuchar los gritos de los torturados de primera mano. Lo liberaron por presión de la prensa, no sin antes sorprenderse por el afecto al nazismo que tenían sus captores: en una de sus prisiones fue bienvenido por una inmensa esvástica.
- Otra apostilla, esta vez mala, fue la del diputado Agustín Rossi. Como muchos de su partido, en lugar de estar votando leyes importantes estaba encabezando una marcha en el Monumento a la Bandera. Bueno, no hay nada de malo en eso en sí, sino fuera porque ensucia un día de luto nacional cantando la marcha peronista secundado por grupos de gente que son comprados con comida, para hacer número y parecer más. Tuve la oportunidad de volver en el colectivo con una treintena de estas personas: todas se bajaban en la villa que está cerca de mi casa. No es por ser racista, pero siendo realistas, mucha de esa gente ni debe haber ido a la escuela ni debe saber mucho qué fue el golpe militar ni nada de eso, y se las veía conversar de cualquier otra cosa en lugar del evento del cual regresaban. ¿Suposiciones demasiado arriesgadas? Sí, puede ser, pero como digo, eran todos gente muy pobre y cuando las cosas encajan, probablemente es porque son así. Está mal pensar, como los fachos de la derecha, que hay que matarlos a todos, pero lo que les hace el sistema político de los justicialistas, que los compran por dinero y comida, no me parece mejor.
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