Pocos saben que la primera gran obra de J. R. R. Tolkien, famosísimo autor de la trilogía El Señor de los Anillos y de El Hobbit, comenzó a escribirse en un hospital militar, mientras el escritor se recuperaba de su paso por las trincheras de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Habiéndose graduado antes de presentarse como voluntario (cuando en Inglaterra aún no regía el reclutamiento militar obligatorio), recibió automáticamente un puesto de oficial como teniente segundo, a mediados de 1915. En esa época, era normal que los oficiales fueran reclutados de entre los egresados universitarios (incluso, su mejor amigo C. S. Lewis cursó en Oxford solamente un semestre en 1916 para aumentar sus antecedentes antes de ingresar).
El año anterior había tenido lugar una verdadera carnicería: Tolkien perdió a todos menos a dos de sus amigos de la infancia. Sin embargo, como muchos otros ingleses, creía en su obligación de servir a su patria como fuera más necesario, y eso incluía hacer tareas que no le atraían mucho.
Como todos los soldados participantes del conflicto, Tolkien sufrió tanto el aburrimiento como las espantosas batallas de la Gran Guerra, lo que para muchos marcó totalmente su carácter y su forma de encarar la vida. Aunque no fue herido, sí sufrió de la fiebre de las trincheras, transmitida por la enorme cantidad de piojos que todos en el frente padecieron, desde el oficial de mayor graduación hasta el soldado más humilde.
Fue así como terminó en el hospital, hacia finales de 1916. Siendo una persona poco organizada, no es raro que, estando muy aburrido, se haya puesto a escribir (en el frente, según lo declaró en una ocasión, era imposible hacerlo, entre otras cosas por la suciedad). Allí comenzó a delinear la primera versión (de muchas) de El Silmarillion, una saga sobre unas joyas creadas por elfos que terminaban desatando enormes guerras y calamidades.
Durante décadas, Tolkien continuó escribiendo esta obra, adaptándola para que encajara como mito de la creación del mundo ideado para El Señor de los Anillos (trilogía que cubre parte de la Tercera Edad del mundo, mientras que El Silmarillion, mucho más complejo, abarca los largos siglos de la Primera y la Segunda, y la primera parte de la Tercera). A pesar de ser la primera gran obra que comenzó a escribir, nunca la terminó y tuvo que ser publicada póstumamente por su hijo Christopher.
Tolkien tuvo problemas financieros toda su vida (excepto en sus últimos años, gracias al éxito de su aclamada trilogía). Sin embargo, nunca reclamó la pensión que merecía por ser veterano de guerra ni por su convalescencia (la fiebre de trinchera estaba considerada como una forma de incapacidad, y Tolkien tuvo muchos problemas de salud por un tiempo). Tampoco solicitó las medallas ni condecoraciones que merecía por haber participado en la ofensiva del Somme, de la cual salió milagrosamente ileso (fue una de las mayores carnicería de un conflicto ya de por sí sangriento). Aunque la guerra seguramente lo marcó negativamente y le dejó muchas secuelas emocionales, su sentido del deber y del honor le marcaban que debía cumplir la tarea dada por su patria sin pedir nada a cambio.
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