Durante el cerco soviético a la ciudad de Stalingrado, en donde se había atrincherado el VI Ejército alemán a las órdenes del general von Paulus, Hitler acudió a un curioso argumento para evitar que éste se rindiera. Pensó que, como ningún mariscal alemán se había rendido antes ante el enemigo, lo mejor era ascender a von Paulus a mariscal. Así lo hizo, y von Paulus entró a la historia como el primer mariscal alemán en rendirse y ser capturado.
A Hitler, por supuesto, la noticio lo llenó de indignación, sin importarle la gran cantidad de bajas alemanas completamente inútiles y el sacrificio total de muchos de sus hombres; en ese momento exclamó: "¿Cómo puede uno rendirse a los bolcheviques? ¿Por qué no se ha suicidado von Paulus? Los antiguos jefes guerreros, cuando todo estaba perdido, se arrojaban sobre su espada."
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