Durante el levantamiento de Varsovia, la resistencia polaca tenía que enfrentarse a los bien blindados tanques alemanes en las calles, sin la ventaja de tener armamento pesado. La manera que desarrollaron fue el ataque con bombas de gasolina, armadas con botellas de vidrio: las famosas "bombas Molotov" empleadas anteriormente por muchas otras fuerzas de resistencia. Sin embargo, necesitaban recurrir a métodos mucho menos ortodoxos para hacerles frente.
Comenzaron a minar las calles, pero pronto se terminaron los explosivos. Entonces pintaban el suelo de las calles de blanco, y ponían carteles en polaco que decían: "cuidado, zona minada" o algo parecido. Los alemanes muchas veces evitaban, por sana precaución, esas zonas.
Al menos en una oportunidad, se sabe que un tanque alemán retrocedió ante un misterioso artefacto: una botella pintada de rojo que pendía de un cable tendido entre dos balcones. Los tripulantes del tanque no sabían cómo podía funcionar, pero no se atrevieron a ver si la trampa era falsa o verdadera.
En otra ocasión, en una calle en declive, una guarnición de soldados polacos dejó rodar, ante el avance de blindados alemanes, varios barriles pintados como si fueran de aluminio. Al ruido que hacían al saltar y rodar fue suficiente: los tanques les dispararon, pero al mismo tiempo dejaron de avanzar por la calle y se replegaron, evitando el contacto con la peligrosa carga que, erróneamente, suponían que cargaban.
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