Dos oficiales británicos de la policía se vieron envueltos en 1999 en un incidente muy inusual cuando hacían un patrullaje de rutina, controlando la velocidad de los automóviles en la carretera de Londres a Edimburgo.
Uno de ellos, que utilizaba un radar de mano para chequear la velocidad de los vehículos que se aproximaban, se sorprendió mucho cuando registró una velocidad realmente excesiva: cerca de 450 km/h (300 millas por hora). El aparato, a pesar de todos los intentos, no pudo ser reparado ni reseteado. En realidad, el radar se había posado sobre un avión Tornado de la OTAN que realizaba ejercicios de práctica de vuelo a bajo nivel sobre Escocia.
Los oficiales de la policía, sin manera de saber esto, se retiraron del lugar, con el equipo aparentemente averiado. Tampoco tenían manera de saber que la computadora táctica de la aeronave no solamente detectó e interfirió el radar "hostil" (la causa real del "desperfecto"), sino que automáticamente armó un misil aire-tierra para neutralizar la supuesta amenaza.
Atento a esto, el piloto desactivó el sistema automático. Sólo días después las dos partes se enteraron de lo que había sucedido del otro lado.
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