Luego del fallecimiento del General José de San Martín (17-08-1850), las autoridades argentinas decidieron comprar la casa donde había muerto, en Boulogne-Sur-Mer, Francia, y mandar construir un gran monumento en la costa de dicha ciudad. El mismo fue majestuosamente inaugurado; casi sobre la playa, es uno de los pocos de la ciudad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de estar a la vista de todos, sobrevivió el implacable bombardeo aliado de la costa, siendo prácticamente la única estructura intacta de la zona. Más adelante, cuando los alemanes saquearon las ciudades en búsqueda de materiales estratégicos como el bronce, no tocaron el monumento; no se sabe si por respeto a las figura del prócer o para no herir la sensibilidad del gobierno argentino, el cual había sido un aliado en las sombras para los nazis, evitando así provocar un incidente internacional.
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