País netamente importador de petróleo, Alemania siempre tuvo como desafío satisfacer sus necesidades energéticas. Después de la Primera Guerra Mundial, momento en el cual se hizo evidente la necesidad de contar con combustible para aviones, camiones, tanques, etc. (pues el motor de combustión alcanzó su mayoría de edad y se impuso en este conflicto), diferentes iniciativas confluyeron en la búsqueda de una solución.
Dos de ellas fueron las más utilizadas, ambas utilizando carbón, que era relativamente fácil de conseguir por motivos geográficos:
- la hidrogenación del carbón, convirtiendo el mineral en un líquido. Esto se logra agregando una serie de aceites pesados y catalizadores al carbón, y mezclándolos a temperaturas por encima de los 400º, en usinas fabricadas a tal fin. El proceso da como resultado un compuesto líquido que tiene dos átomos más de hidrógeno. Este proceso se denomina proceso de Bergius, por un químico alemán que lo descubrió en 1913, y luego ganó el premio Nobel de Química en 1931 (compartido).
- la licuefacción del carbón, por un proceso denominado Fischer-Tropsch, por dos químicos alemanes que lo investigaron en la década de 1920. Este complicado proceso químico implica convertir en gas al carbón (también se puede usar madera, como fue el caso alemán, para cuyo fin se usaron tanques en desuso). Luego este gas sintético (mezcla balanceada de hidrógeno y monóxido de carbono) se combina con una serie de catalizadores (generalmente hierro o cobalto), y por una serie de procesos físicoquímicos esta mezcla se convierte en un hidrocarburo ligero (etanol), el cual es procesado una y otra vez, hasta hacerlo más pesado y convertirlo en gasolina o incluso en diesel.
Luego de la caída de Alemania, estos procesos industriales fueron casi totalmente olvidados, debido al descubrimiento de grandes campos petrolíferos como los ya mencionados en Medio Oriente, y el aprovechamiento de otras fuentes asociadas, principalmente el gas natural, que resultaba mucho más barato.
Sin embargo, ahora estos procesos son vistos como una alternativa renovable a la prevista escasez y desaparición del petróleo. Uno de los principales problemas técnicos es la relativamente grande (dependiendo del proceso) emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Algunas empresas están trabajando para neutralizar al menos en parte esta situación, tratando también de simplificar los procesos y abaratar sus costos. Esto hace que no sea descabellado pensar que el día de mañana nuestros vehículos se muevan, totalmente o en parte, con un combustible creado por una tecnología que tiene casi cien años de antigüedad.
1 comentario:
Muy interesante la informacion, creo que todavia se puede regresar al uso de esos combustibles para medio local que ayudaria la economia de pequeños pueblos que tienen poco alcanze al combustible convencional.
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