Apenas comenzada la invasión de Polonia, la gran cantidad de actividad aérea proporcionó muchas oportunidades de derribo a ambos bandos. Los tres primeros se produjeron en contados minutos.
Irónicamente, los alemanes anotaron su primera victoria aérea a cargo de un bombardero en picada Stuka. Al regresar de una temprana misión de bombardeo, aparatos del I./StG2 sobrevolaron sin darse cuenta un aeródromo polaco secreto, en el cual se habían dispersado parte de los aparatos de este origen. El líder de la formación en tierra, al escuchar los motores, hizo despegar a sus pilotos para iniciar una persecusión. Al poco tiempo, sin embargo, el capitán Mieczyslaw Medwecki era derribado por un Stuka que se posicionó detrás suyo, explotando su PZL P.11 y muriendo en el acto. El responsable de este derribo fue el teniente Frank Neubert, que pilotaba uno de los Stukas de la formación.
Un compañero del capitán Medwecki sobrevivió al ataque, y se retiró buscando otras presas, más arriba. El teniente Wladek Gyns se encontró así con dos bombarderos bimotores Dornier Do 17E, que volvían de atacar Cracovia. Aparentemente estos no estaban debidamente escoltados y posiblemente sus tripulaciones estaban distraídas, pensando que no habría resistencia polaca y su misión había terminado. Gyns ametralló a ambos, pero los perdió de vista cuando se ocultaron detrás de una colina, y no pudo apreciar si les había hecho daño. Poco tiempo después, ambos aparatos se estrellaban apenas separados por 100 metros, indicando el primer derribo doble de los polacos.
Por varios días más, este tipo de enfrentamientos a pequeña escala continuaría, hasta que Inglaterra y Francia se unieron tímidamente al conflicto. Entonces se dieron nuevas oportunidades para anotar las primeras victorias de otros pilotos.
El 4 de septiembre de 1939, una formación de Me-109 basados en el Mar Báltico interceptó a dos bombarderos ingleses Wellington. Dos pilotos derribaron uno cada uno, aproximadamente a mismo tiempo (18:15 horas). Al regresar a tierra, se le concedió el honor de entrar en la historia al sargento Alfred Held, como el primer alemán en derribar un avión inglés en ese conflicto. El otro piloto, sargento Hans Troitzsch, fue relegado a ser el segundo. Held, sin embargo, moriría el 17 del mismo mes, víctima de un accidente, logrando entrar en la historia de la Luftwaffe con un sólo derribo.
Terminada la guerra, el superior de ambos en esa época, comandante Carl Schumacher, declaró que siempre había creído que era Troitzsch, y no Held, el que debería haber tenido los honores.
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