
Sin embargo, su principal enemigo fue el sentido común. Solamente se lograron construir dos prototipos, y estos demostraron los enormes problemas mecánicos, logísticos y de otro tipo que implicaba el uso de semejante vehículo. Uno de ellos era el hecho de que, de tener un problema mecánico, se hubiera requerido de dos tanques similares para rescatar al averiado. Cuando la guerra terminó, todavía se continuaba su desarrollo. No hay datos que confirmen fehacientemente que uno de los dos prototipos haya disparado sus armas (sólo uno tenía una torre operativa), y ambos fueron capturados por los soviéticos en su avance hacia Berlín. Actualmente uno de ellos puede verse en el museo de Kubinka, en Rusia.
Aunque la Alemania Nazi diseñó varios otros modelos de supertanques, ninguno de ellos pasó de la etapa de boceto en un tablero de dibujo.
Los otros dos tanques que compiten por el record, aunque no son contemporáneos, entraron en combate y rondan las 70 toneladas (un peso al que los tanques actuales se están acercando).

Su producción no alcanzó las 500 unidades, y estas se encontraron con muchos de los problemas de sobrepeso de otros proyectos alemanes de la época. Como la fabricación fue apresurada, no se hicieron las suficientes pruebas, de manera que la suspensión, el motor y otras piezas motrices tenían a fallar definitivamente al poco tiempo de uso, resultando en muchos Tiger II destruidos por sus tripulaciones o capturados por el enemigo. De esta manera, su influencia en la Segunda Guerra Mundial, que estaba concluyendo para ese entonces, fue mínima.
Sin embargo, teniendo en cuenta el factor tamaño y tripulación (y sin olvidarnos del peso), podemos poner como ganador del record al FCM Char 2C francés. Desarrollado luego de la Primera Guerra Mundial, entró en servicio en la década de 1920, y fue usado, con poco éxito, durante el siguiente conflicto. Aunque solamente se construyeron 10 unidades, sus dimensiones han quedado en la historia.

Por si fuera poco, antes de la guerra se intentó hacerlos más pesados, colocando una torre con cañón de 155 mm en uno y agregando más blindaje en otro. Ambos intentos pusieron al diseño al borde de las 75 toneladas, aunque solamente quedó operacional el segundo, ya que era el vehículo del comandante de la compañía (todos los tanques prestaban servicio en la misma unidad). Su escasa movilidad y excesivo tamaño los condenaron a una enorme ineficacia: según se sabe, prácticamente todos tuvieron que ser saboteados y destruidos por sus tripulaciones para evitar su captura, ya que eran extremadamente lentos en la fuga y las vías férreas de sus transportes habían sido destruidas. Solamente uno se sabe que fue capturado intacto, pero su destino se pierde en los finales de la Segunda Guerra Mundial, y su paradero es un misterio.
Los franceses también tuvieron otros diseños supergigantes, que no pasaron de la mesa de diseño y algunas maquetas, al igual que sucedió con los alemanes.
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