
El Mayor Wilhelm Ritter von Thoma, a cargo de la unidad de tanques, sin embargo, los consideraba muy malos: estaban armado solamente con dos ametralladoras de 7,92 mm. Fue por eso que ofreció 500 pesetas de la época por cada tanque T-26 soviético capturado a los republicanos. El T-26 poseía, además de una ametralladora, un más que imponente cañón de 45 mm.
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