Justamente hoy estaba recordándolo, al ver una vez más que la entrada de este blog sobre The Fog of War es una de las más visitadas. Un documental que estaba por volver a ver, ya que sólo lo hice en TV una vez, y que realmente merece una segunda mirada. Uno de esos documentales que no sólo te abren la cabeza a la existencia de cierta persona o situación, sino que te dejan pensando y esperando que surjan personas que puedan tomar la posta.
Miraré la cinta de nuevo, lo más pronto que pueda, como forma de homenaje. Lo otro que me queda es mencionar aquí su muerte, como harán otros muchos.
Hace bastante tiempo, me planteé el dilema de la definición de "buen hombre". Una de las que más me convencen, aunque incompleta, es la que dice que un buen hombre es aquel que, entre todas las debilidades y errores propios de la condición humana, sabe reconocer fallas, admitir culpas y tratar de enmendarlas y corregirlas. En ese sentido, Robert McNamara fue un "gran buen hombre", porque si bien cometió errores de gran envergadura en su puesto de Secretario de Defensa de EEUU durante la Guerra de Vietnam, no lo hizo como un fanático, sino con la sincera convicción de servir a su país y hacer lo correcto. En el proceso comprendió que él y muchos otros estaban equivocados, y no dudó en mostrar lo que pensaba. Trató de corregir a un gobierno enfermo de arrogancia, y luego, ya sea por su culpa o por su convicción de que debía seguir insistiendo, no dejó de gritar a los cuatro vientos que la mejor manera de luchar en una guerra era nunca comenzándola.
Como un certero analista de cuestiones numéricas, McNamara fue además un hombre con una formación humanista que le impidió quedarse solamente en las estadísticas. A fuerza de golpes terminó comprendiendo mucho sobre el impacto de las decisiones humanas en los números pequeños, y su conciencia moral no le impidió caer en los fallos de muchos ingenieros o analistas del sector privado que sólo buscar ahorrar. En este sentido, su decisión de hacer el Ford Falcon el primer automóvil que sale de fábrica con un cinturón de seguridad es tal vez una muestra de que él creía que la obligación moral de mejorar el mundo era de todos.
Por si fuera poco, en un mundo tan tecnificado y tecnofílico como era las décadas de 1950 y 1960, no dejó de marcarnos pistas sobre cómo la tecnología no tiene la solución a todos los problemas, y es necesario aprender a diseñarla y utilizarla para que sirva realmente en el mejoramiento de la civilización humana.
No me queda más que recomendar la lectura de este detallado artículo del New York Times, el cual hace una semblanza de este Secretario de Defensa tan particular y único, tanto por sus experiencias y errores como por sus enseñanzas. Y, claro, pedirles que vean The Fog of War. En él se resumen todas las cosas que los principales estadistas deberían saber, siempre que tengan al alcance el botón de la guerra.
3 comentarios:
Si, fue un humanista que comandó una carnicería inhumana.
espero que haya tenido una larga vida de sufrimeinto y siga teniendola en el infierno, por las penas que hizo pasar a los familiares de los soldados que lucharon en vietnam y por las victimas inocentes
Hay que tener en cuenta que cualquier otro estadounidense en su posición hubiera hecho más o menos lo mismo, o incluso, peor. Creo que la diferencia está en que por algo fue JFK quien lo trajo al gobierno. Veamos o no en JFK a un pacifista, no era precisamente un "halcón", y de no haber sido por ellos dos, el mundo probablemente hubiera caído en una guerra nuclear total durante la Crisis de los Misiles Cubanos.
Como digo, creo que la diferencia es que no fue un fanático, y admitió sus errores. Calculo que habrá sido su infierno personal, y que por eso mismo él se dedicó a decir que lo que se había hecho estaba mal, y tratar de evitar que volviera a suceder. Resulta irónico que Fog Of War ganara como mejor documental en el año 2003, con EEUU a punto de invadir un Irak que desconocía por completo, ignorando todo lo que se había aprendido en Vietnam y otros conflictos.
A partir de ahora, la culpa ya no es de él, sin de los que lo siguieron en ese y otros cargos.
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