lunes, febrero 15, 2010

Mentiras que matan

Los americanos son buenos construyendo lindos autos y heladeras, pero eso no significa que sean buenos haciendo aviones. Están exagerando. Son excelentes exagerando.

Hermann Goering, 1942

miércoles, febrero 10, 2010

Super paracaidistas

La esperada invasión alemana de Gran Bretaña dio lugar a todo tipo de especulaciones. Los preparativos exigidas por las autoridades a la población o a los organismos de defensa no dejaban nada al azar, explorándose muchas veces medidas extremas e imprácticas y dándose recomendaciones absurdas.

Por ejemplo, a lo largo de la costa sur se instalaron tuberías que debían verter petróleo en el caso de una invasión, encendiéndose el líquido a la visa de barcos enemigos. El método se abandonó porque las autoridades se dieron cuenta de que era un desperdicio de combustible, y de que si había mar gruesa, el petróleo se licuaba con el agua y no encendía.

En espera de aterrizajes de aviones enemigos, se puso énfasis en no dejar claros: todos los campos fueron sembrados de obstáculos, desde coches abandonados hasta pilas de escombros, troncos, barriles o postes. Autoridades de la Luftwaffe tomaron nota de esto, y de hecho informaron a sus superiores de los problemas que traían estas medidas.


Una de las medidas más importantes del gobierno británico fue el fortalecimiento de la Home Guard, una milicia nacional de dudosa efectividad. Con un millón de hombres, casi todos sin uniforme ni armas, esta organización ayudaba en otro tipo de tareas y calmaba los ánimos de muchos que no sabían cómo canalizar su paranoia o su ansiedad ante la guerra. Durante los primeros meses, sus armas eran más bien primitivas: hachas, sables antiguos, e incluso palos de golf; sólo unos pocos tenían escopetas de caza. En el entrenamiento, se les recomendaba que llevaran paquetes de pimienta para arrojarla a los ojos del enemigo y así tener una ventaja sorpresiva.



El principal enemigo de estas unidades, al menos según la creencia de la época, eran los paracaidistas. Un nuevo tipo de tropas con nuevas armas y tácticas, de ellos se decían cosas absurdas. Incluso las hojas dominicales de las iglesias hablaban del peligro que encarnaban, porque ellos podían ser espías, agentes infiltrados o tropas disfrazadas. La paranoia era tan grande que el gobierno tuvo que ordenar que no se dispara contra grupos de paracaidístas menores de 6 hombres. Esto era para que los ansiosos milicianos no mataran a tropas amigas: los aviones británicos más grandes tenían una tripulación de 5 personas, y en caso de un accidente o derribo, era importante que nadie los matara en el aire.

Se rumoreaba que, durante la invasión a los Países Bajos, ciertos paracaidístas habían bajado sin uniforme, vestidos con ropas de religiosos. Aunque esto no estaba confirmado por nadie, en la radio las autoridades gubernamentales insistían en que "los paracaidístas alemanes capturados en suelo británico que no vistan el uniforme reglamentario serán ejecutados en el acto".

Los alemanes respondían con una curiosa forma de propaganda, viendo que la histeria iba en aumento. El 13 de agosto de 1940, aviones germanos lanzaron botes neumáticos, radios portátiles, explosivos e instrucciones de combate sobre Escocia y parte de Inglaterra, para dar la sensación de que la zona estaba llena de agentes infiltrados esperando estos pertrechos.

Por si fuera poco, las emisoras alemanas que transmitían en inglés daban consejos muy extraños a los civiles de la costa británica. Les decían que debían procurarse chalecos de fuerza, porque en los bombardeos aéreos muchos se volvían locos y debían ser inmovilizados.

Pero de nuevo, los paracaidístas eran el arma más usada. Los germanos proclamaban que sus hombres tenían aparatos generadores de niebla, que les permitían camuflarse en el cielo, haciéndose pasar por una nube. También disponían de paracaídas orientables, que les permitían planear por muchas horas, quedando a la espera de un buen lugar de descenso, escondidos en nubes bajas.

Finalmente, sabiendo que nadie sabía exactamente cómo habían tomado el fuerte belga de Eben-Emael, decían que sus paracaidístas tenían rayos electromagnéticos que podían destruir fortificaciones fácilmente. En realidad, habían utilizado planeadores y explosivos especiales. Todas estas maniobras no hicieron más que elevar el nerviosismo y la paranoia británica.

viernes, febrero 05, 2010

Rommel en el aire

Cuando Edwin Rommel, célebre comandante del Afrikakorps, fue asignado a dicho teatro de operaciones, comprendió rápidamente la necesidad de contar con un rápido y certero sistema de vigilancia aérea, que le permitiera saber dónde estaba el enemigo, y hacia donde se movía. En el desierto norteafricano había pocas maneras de camuflarse, y el que supiera de antemano qué planeaba el enemigo, tendría una doble ventaja.

Fue así que Rommel se hizo la costumbre de viajar en persona en estos vuelos de reconocimiento, e incluso se sabe que a veces tomaba el control de la aeronave por algún tiempo. Esto le permitía evaluar rápidamente la situación y tomar decisiones instantáneas, apenas veía algo que le resultaba importante, tanto en sus tropas como en las del enemigo.

Este tipo de situaciones no estuvieron exentas de peligros y anécdotas. Una, célebre, cuenta que Rommel y su piloto estuvieron a punto de aterrizar cerca de un grupo de soldados británicos, creyendo que eran alemanes. Sin embargo, el general germano pudo distinguir a tiempo la silueta característica de los cascos ingleses, cuando estaban cerca del suelo, y ordenó a su piloto que se alejara rápidamente.

En otra ocasión la observación fue más acertada. Rommel divisó desde su avión a una unidad motorizada alemana que estaba detenida en medio del desierto, sin motivo aparente, y posiblemente desobedeciendo órdenes. Sin ganas de perder tiempo en aterrizajes, Rommel les lanzó una lata con un mensaje que decía: "Como no se pongan en marcha de inmediato, bajaré. Rommel."

Ni decir que la unidad comenzó a moverse a los pocos minutos.

sábado, enero 30, 2010

Fuga de capitales

La caída de Francia durante 1940 asustó incluso a su mayor aliado, Inglaterra. Hasta ese momento Alemania parecía imparable, y la derrota gala fue tan rápida y contundente que muchos se encontraron sin lugar a donde escapar.

Esta no era el caso de Churchill y el gobierno británico. Después de la evacuación de Dunkerque, cuando los alemanes se acercaban inexorablemente a París, el Primer Ministro ordenó el envío de más de 1.800 millones de libras esterlinas en oro a Canadá, que le había declarado la guerra a Alemania el 10 de septiembre del año anterior. El Imperio de la Gran Bretaña tenía muchos lugares desde donde continuar las hostilidades, si el centro del mismo se perdía.

La huída de capitales, que luego resultó innecesaria, fue tan rápida como peligrosa. Los 2.230 paquetes de lingotes de oro almacenados en el carguero Emerald hicieron que se combaran las vigas de hierro que componían los soportes de la bodega de carga. Irónicamente, se declaró que el barco transportaba pescado.

Poco más de dos semanas después de la caída de París, este dinero había llegado a Montreal. El gobierno británico, todavía previendo una posible derrota, envió un segundo cargamento, ahora escoltado por buques militares: en esos buques se transportó, según se sabe, el mayor cargamento de oro que conoce la historia, tanto moderna como antigua.

lunes, enero 25, 2010

Macabra sencillez

"Cuando llegamos a un campo de minas, nuestra infantería ataca exactamente igual que si no la hubiera; las pérdidas que sufrimos por las minas contra personal las consideramos iguales a las que hubiéramos sufrido por las ametralladoras y artillería si los alemanes hubieran optado por defender aquella zona particular con grandes efectivos en vez de con campos de minas."

Mariscal de la Unión Soviética
Georgi Konstantinovich Zhukov,
explicando al Comandante Dwight Eisenhower el método soviético de sortear campos minados:
hacer que las formaciones de infantería los cruzaran a pie.

miércoles, enero 20, 2010

Empate técnico

Hacia fines del siglo XIX, las grandes naciones occidentales peleaban por conseguir influencia en los últimos territorios explorados, principalmente los ubicados en el Pacífico Sur. En esta situación, hubo numerosos incidentes diplomáticos y hasta militares entre naciones europeas y EEUU, pero el protagonizado por fuerzas alemanes y estadounidenses en Samoa es uno de los más curiosos.

En marzo de 1889, una fuerza naval alemana capturó un pueblo de este archipiélago. Al hacerlo dañó bienes y propiedades estadounidenses. Como respuesta, este país envió una fuerza naval para evitar mayores perjuicios a sus ciudadanos. Alemania, alertada y con deseos de expandir su dominio en la zona, envió también su contraparte. Todo hacía presagiar un enfrentamiento en gran escala, que incluso podría llegar a una guerra.

Pero quiso la casualidad que ambas escuadras llegaran en mal momento. Por parte de los estadounidenses, estaban el USS Trenton, el USS Vandalia y el USS Nipsic. Los germanos enviaron al SMS Adler, el SMS Olga (en la foto, en 1902) y el SMS Eber. Nada curiosamente, un buque británico, el HMS Calliope, estaba en la zona para observar lo que iba a suceder y tener noticias confiables, además de una visión del potencial de combate de ambas escuadras.

Durante el viaje hasta Samoa, los marinos vieron todos los signos de la aproximación de una gran tormenta; era época de tifones, y no era la primera vez que esto sucedía en esa zona. Grandes vientos y un oleaje más pesado complicaron su desplazamiento. Sin embargo, se dice que por un exceso de orgullo, estas señales fueron ignoradas. Los expertos marinos debían saber que la mejor manera de sobrevivir a un tifón es quedarse en el mar abierto.

Pero la presencia de fuerzas potencialmente enemigas les hizo cambiar de idea. Alejarse del puerto podía verse como una forma de cobardía, de alejarse del objetivo; también podía ser una pérdida táctica, porque el enemigo podía tomarlo y controlarlo con anticipación. Por otra parte, el puerto de Samoa era el peor lugar para pasar la tormenta; no tenía ninguna forma de protección, ni escollera, ni tierras altas que cortaran los vientos. Era simplemente una superficie plana: un lugar en donde el viento y el agua correrían libremente, volcando barcos a voluntad.

Y esto fue lo que sucedió. Mientras los buques mercantes partían con anticipación para enfrentar la tormenta en alta mar, los seis buques de guerra se dirigieron al puerto. En el último momento, el HMS Calliope se retiró, comprendiendo su comandante el riesgo que corrían. Fue el único que salió sin daños; a duras penas pudo salir de puerto, en parte gracias a que era un buque moderno y bastante pesado.

Los demás tuvieron daños de diferente tipo, incluyendo muchas pérdidas humanas. En el lado estadounidense, el USS Trenton fue arrojado a la playa, y luego tomado por el mar, que lo lanzó contra un arrecife a las 22 horas. Afortunadamente casi toda su tripulación sobrevivió (hubo un muerto), pero no fue así en otros casos. El USS Vandalia fue lanzado al mismo arrecife, pero con peor suerte; su tripulación quedó atrapada durante un día y una noche, sin poder escapar, y en el proceso 43 tripulantes murieron. El USS Nipsic fue lanzado hacia la playa a gran distancia de la costa, sufriendo la pérdida o muerte de 8 tripulantes y quedando con el interior completamente destrozado. Fue el único que pudo ser reflotado y reconstruido.

Lo peor se lo llevaron los buques germanos. El SMS Olga fue lanzado hacia la playa, bastante destrozado, escapando su tripulación a terreno elevado, donde lograron sobrevivir. Sin embargo el SMS Elber y SMS Adler (en la foto) fueron arrastrados por las primeras y más fuertes olas, que los hicieron chocar entre sí, haciéndolos hundir a causa de los daños y el incesante movimiento. 96 tripulantes del Adler murieron, y ambas naves se perdieron para siempre.

Para completar la tragedia, seis buques mercantes que no habían salido del puerto también se hundieron, haciendo que la cifra de muertos pasara de los 200.

Como irónica consecuencia, el conflicto armado que pudo haberse suscitado no tuvo lugar. Los comandantes de ambas escuadras tuvieron que firmar un armisticio forzoso: no había buques con qué combatir, de manera que se declaró un "empate".

Tres años más tarde, un acuerdo tripartito dividió en dos el archipiélago, quedándose los alemanes con la porción más grande. Actualmente, y debido a los acontecimientos del siguiente siglo, Samoa Americana (la porción que quedó bajo la influencia estadounidense) es territorio estadounidense no incorporado.

viernes, enero 15, 2010

Números rojos

La invasión de la URSS en 1941 cambió muchas de las ideas militares soviéticas, y profundizó cambios que ya estaban en marcha. Desde antes, las autoridades habían dado especial importancia a la superioridad numérica en el frente, obligando a los altos mandos a amasar grandes cantidades de unidades para poder concentrar muchos efectivos y armas de todo nivel en poco espacio.

Sin embargo, esta doctrina continuó intensificándose a niveles absurdos, incluso cuando ya era evidente que la URSS estaba ganando. Desde 1942, este país no paró de concentrar más y más fuerzas en más y más divisiones, ejércitos y grupos de ejércitos. Podemos tomar tres ejemplos: artillería, tanques y aviación.

En el primer campo, los números soviéticos se fueron duplicando organizativamente, al crearse enormes reservas de artillería que estaban bajo la dirección del Alto Mando. Existían regimientos e incluso divisiones independientes de artillería, que eran utilizados según hiciera falta. Esto hizo que, según fuentes estadounidenses, el total de la artillería soviética significara, hacia el final de la guerra, entre un 35 y un 50% del total de las fuerzas terrestres.

Para visualizar esto, se pueden utilizar estos datos. El Reglamento de combate de Artillería de 1937 establecía la norma de 60 a 80 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 12,5 o 16 metros). Pero antes incluso de la entrada formal en la Segunda Guerra Mundial, esta proporción estaba cerca de duplicarse: para finales de 1940 (época de la guerra con Finlandia) se dijo que la norma era de 100 a 150 cañones por kilómetro de frente (un cañón cada 10 o 6,5 metros). Dos años después, era de 130 a 150 cañones. En 1944 era de 150 a 200 cañones por kilómetro de frente (uno cada 6,5 o 5 metros); en el último año de la guerra, era de 200 a 250 cañones por kilómetro (uno cada 5 o 4 metros).

Si estas cifras resultan elevadas, hay que tener en cuenta que en ciertos casos puntuales fueron superadas, ya que ese era el mínimo que pedían los reglamentos militares a los oficiales encargados (si no se conseguía ese número, no se podía iniciar el combate). Según datos soviéticos, en Stalingrado la densidad de artillería fue de 300 cañones por kilómetro; en Leningrado, 365; en Berlín, 670 (sumando en este caso un total de 22.000 piezas de artillería, a razón de una cada metro y medio). Muchas veces, particularmente en el caso de Berlín, había tantos cañones que ya no quedaba nada que bombardear, y en cambio se los utilizada en tiro directo, para la destrucción de fortificaciones particularmente duras como las Torres Flak.

El caso de los blindados es más conocido, pero no menos exagerado. Si bien ya los tanques se usaban en masa antes de Stalingrado, después de esta victoria soviética y uso en enormes cantidades se intensificó. La concentración llegó a ser de 25 tanques por kilómetro de frente, y en la batalla de Berlín, en la cual se lanzó al combate prácticamente todo lo que estaba en servicio, se logró la cifra de entre 4.000 y 6.500.

Si bien en la Segunda Guerra Mundial se batieron varias veces todos los récords de aviones utilizados y bombas lanzadas, la URSS contribuyó también a alcanzar nuevas cimas operacionales.

En Prusia Oriental se lanzaron 927 toneladas de bombas en un frente de 9 kilómetros; esto fue sólo parte de una operación mayor, que distribuyó 1.757 toneladas en un frente de 27 kilómetros. En avance soviético por Alemania continuó acrecentándose: el 7 y 8 de abril, Köningsberg fue bombardeada con 5.000 toneladas de explosivos, utilizándose para ello y otros fines 10.000 salidas aéreas.

Solamente en Stalingrado se volaron 34.408 salidas en septiembre y octubre de 1942. Como en los casos anteriores, el colmo fue la batalla de Berlín: los soviéticos aseguran que 8.400 aviones volaron 70.000 salidas. Sin embargo, se estima según otras fuentes soviéticas más creíbles, que el número de aviones empleados fue de entre 4.000 y 5.000, totalizando unas 3 millones de salidas durante la guerra.

Para esto, hay que tener en cuenta que a veces las autoridades militares soviéticas enviaban al aire a TODOS los aviones disponibles, incluyendo a muchos que eran anticuados y poco efectivos en el combate. Esto se hacía para aumentar la superioridad numérica todavía más, incluso cuando era suficiente según los procedimientos oficiales.

domingo, enero 10, 2010

Cálculos perfectos

Los reconocimientos aéreos estadounidenses sobre el atolón de Tarawa hicieron un trabajo más que sobresaliente para ayudar a las fuerzas terrestres a conquistar la isla. En sus fotos aparecen las letrinas japonesas de la isla de Betio, la más importante del atolón, desde el punto de vista militar. Identificando con precisión los tipos diferentes según fueran para oficiales, suboficiales o tropa, y estimando el numero de hombres que se asignarían a cada letrina, los oficiales de inteligencia norteamericanos concluyeron que los defensores japoneses eran 4.836, que luego se reveló como la cifra exacta. Esto ayudó mucho a planear el desembarco. De estos defensores sólo se hicieron 148 prisioneros, trabajadores esclavos coreanos en su mayoría, y casi todos heridos. Los americanos perdieron 1.115 hombres y tuvieron 2.292 heridos.

martes, enero 05, 2010

¿Donde demonios prefiere estrellarse?

Cuando la ofensiva aliada en Italia se estancó en las playas de Anzio, los altos mandos a cargo de la misma vieron la necesidad de comenzar nuevos ataques. A causa de esto, se llevaron a cabo reuniones secretas y muchos oficiales tuvieron que realizar continuos viajes de ida y vuelta. Uno de ellos fue el general Clark, el cual tenía que viajar desde Anzio, hacia otros puntos de Italia.

Clark solía viajar en un avión especialmente acondicionado por su piloto personal, el teniente coronel Jack Walker. Como la pista de aterrizaje de Anzio estaba generalmente bajo ataque de la artillería germana, el avión de transporte había sido modificado con unos flotadores especiales, convirtiéndolo en un hidroavión improvisado. Luego de amarar, el avión era capturado con cuerdas y remolcado a tierra.

La operación ya era habitual en el piloto, pero no siempre salen las cosas como deben. Especialmente peligroso era el hecho de que, para evitar se detectados por cazas o cañones enemigos, se debía volar muy bajo, casi a ras del agua. Un día como cualquier otro, el piloto se encontró con olas más altas de lo habitual, las cuales castigaron seriamente los flotadores antes de que la aeronave pudiera despegar.

Cuando estaban en el aire, Walker le pasó la mala noticia a Clark:

-¿Vio lo que sucedió?

Clark le dijo que sí, después de mirar por la ventanilla y ver que los flotadores colgaban de sus soportes, completamente inútiles.

-¿Qué hago ahora? -fue todo lo que dijo Walker.

-Usted es el piloto, no me pregunte a mí -respondió Clark.

-Se lo pregunto por una razón, señor... simplemente me gustaría saber dónde demonios prefiere estrellarse...

El general lo pensó.

-En ese caso, que sea Sorrento. Es un lugar muy hermoso.

-Perfectamente. A Sorrento, entonces- respondió el piloto, dirigiéndose hacia allí. El trayecto duró dos horas.

Cerca de ese lugar había un centro de esparcimiento para oficiales del V Ejército, de manera que la zona estaba llena de curiosos que avistaron al avión averiado y se quedaron a ver qué sucedía. Walker divisó una zona de playa poco profunda, donde el agua tenía una profundidad de aproximadamente un metro, y decidió arriesgarse allí. Luego del accidentado aterrizaje, sus dos ocupantes salieron rápidamente del vehículo, ilesos, y vieron cómo sus restos terminaban de hundirse.

viernes, enero 01, 2010

2010

Bueno bueno, primer día del año.

Ante todo quería saludar a los que siguen el blog y el sitio, y desearles un excelente año. Pronto Casus Belli cumplirá 10 años de existencia ininterrumpida, y aunque no sé si podré dedicarle mucho tiempo, eso no es novedad!! El sitio siempre siguió estando y aceptando nuevo material.

Los cambios siguen, claro. Habrá más anécdotas, más frases, estadísticas y pequeños detalles que continuaré mudando del sitio a este blog. Ahora no serán exclusivamente de la Segunda Guerra Mundial, pasado el 70º aniversario de su comienzo, pero posiblemente seguirán siendo la parte más grande.

Por último, quería saludar la inclusión en los enlaces del sitio Francotiradores de la Segunda Guerra Mundial, de lectura obligada para los que quieran entender esta actividad tan sangrienta como heroica.

De nuevo un saludo para todos, y que sea un excelente año.

jueves, diciembre 31, 2009

De Hitler, nada de nada

Por décadas, muchos especularon con que Hitler había tenido un final diferente del que contaba la historia oficial. Según numerosos testigos presenciales, tanto él como su amante se habían suicidado, y él había dado órdenes previas de que su cuerpo fuera totalmente destruido para evitar que fuera capturado por los soviéticos. En su memoria estaba fresco el brutal maltrato que el cadáver de su colega Mussollini y el de su amante habían recibido en Italia, después de ser muertos en la horca.

Siguiendo sus órdenes, los dos cuerpos fueron cremados improvisadamente en una fosa rellenada con combustible, mientras las últimas bombas soviéticas daban fin a la guerra. El lugar, a pocos pasos de su bunker personal, fue luego rellenado con tierra. Igual suerte corrió su ministro de propaganda Goebbels, su esposa y sus hijos, asesinados por la pareja en una de las últimas tragedias de la guerra.

Al llegar las tropas soviéticas a Berlín, muchas acontecimientos quedaron en el secreto absoluto, o en uno borroso. Se manejaron numerosas hipótesis que decían que Hitler no había muerto y había escapado, con o sin la connivencia aliada, a Argentina o a Suiza. Todas estas teorías de conspiración tenían poco sustento, y estaban basadas en testigos poco confiables, suposiciones sobre textos ambiguos o cualquier otra cosa: el asunto central era que el cuerpo de Hitler nunca había aparecido. Los testimonios de la secretaria de Hitler (sobre los cuales se hizo un documental y se basó la célebre película La caída, que relata los últimos días de la Alemania Nazi) y de muchas otras personas eran sólidos, pero la realidad era que difícilmente todo el cuerpo del dictador podría haber desaparecido de esa manera.

Después de muchos años de especulación, y con la caída del régimen soviético, lentamente comenzaron a aparecer datos y rumores. Hacia finales de 2002, el Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero de la KGB soviética) colaboró en la realización de un documental en el que se seguían los últimos rastros del dictador. En este documental, se mostraban documentos que marcaban que en sus archivos existían partes del cráneo de Hitler, incluyendo parte de la mandíbula. Comparando los documentos alemanes y los soviéticos y examinando estos fragmentos óseos, un experto forense pudo asegurar con gran certeza que debían corresponder a Hitler. Como el dictador no tuvo descendencia y muchos de sus parientes habían muerto o se habían cambiado el nombre, no había material genético que comparar, de manera que el FSB restringió su colaboración a mostrar los documentos y los huesos.

Todo quedó así por unos años, hasta que en los primeros días de diciembre de 2009, Rusia finalmente reveló que las autoridades soviéticas habían ordenado destruir totalmente los restos de Hitler y de las personas que lo acompañaron a la tumba aquél día de 1945.

Como en muchas de las historias relacionadas con esta guerra, todo tuvo lugar de manera misteriosa y retorcida. Según los registros soviéticos, el 5 de mayo de 1945 agentes del contraespionaje comunista encontraron la fosa donde yacían los restos de los jerarcas nazis y sus familias. El 16 de junio de ese año, después de una rápida e intensiva investigación, se le presentó a Josef Stalin un informe que incluía datos sobre todo lo encontrado, la certificación de la muerte de Hitler junto con los testimonios recopilados a los testigos capturados y los análisis de los restos. Nada de esto se hizo público.

Como en 2002, todo indica que los cadáveres fueron identificados por sus registros dentales, la única manera que existía en esa época. Para garantizar la autenticidad de todo el asunto, las piezas usadas en la identificación forense fueron enviadas al organismo de espionaje precursor de la KGB, y pasó a formar parte de sus archivos. Un fragmento de su cráneo se guardó en otro archivo estatal. Ambos fragmentos todavía están guardados en estos lugares.

Tal como no quería el dictador alemán, lo que quedaba de su cuerpo siguió en posesión de los rojos. Los demás restos fueron enterrados provisionalmente en un bosque cerca de la ciudad germana de Rathenow, más o menos en la fecha en la que Stalin recibió el informe mencionado. Estos restos permanecieron allí, ocultos en una fosa común, hasta el 21 de febrero de 1946. En esa fecha, quizás para evitar que fueran descubiertos, se los trasladó a un lugar secreto de una base militar dentro del sector soviético de Alemania: el número 36 de la calle Westendstrasse, en la ciudad de Magdeburgo.

Los restos descansaron entonces, pero sólo hasta 1970. El 13 de marzo de ese año, el jefe de la KGB, Yuri Andropov, pidió permiso a sus superiores para destruirlos totalmente. Nuevamente, la idea era evitar que el lugar pudiera ser saqueado o se convirtiera en un sitio de peregrinación y adoración al sangriento líder, por parte de simpatizantes neonazis.

El pedido fue autorizado, llevándose a cabo en el mismo día la exhumación y la destrucción de los restos, el 4 de abril de 1970. En un descampado cerca de Schönebeck, a 11 kilómetros de Magdeburgo, sin ninguna ceremonia ni nada especial, se armó una gran fogata, a la cual fueron arrojados los restos del líder del Tercer Reich y sus compañeros de tumba. Según los informes, se alimentó la fogata hasta que sólo quedaron cenizas, y luego estas fueron arrojadas al río Biederitz. Sólo entonces, irónicamente, el pedido de Hitler se concretó, pero a cargo de sus enemigos.

Aunque las citadas piezas del cuerpo de Hitler siguen estando en archivos rusos, muchas otras cosas relacionadas a su muerte han desaparecido o están a punto de desaparecer. Un ejemplo es el bunker en donde pasó sus últimos días y se suicidó: actualmente está sepultado debajo de un estacionamiento de una tienda como cualquier otra, y muchos berlineses ni siquiera conocen el dato. Muchos otros edificios importantes que fueron frecuentados o construidos por órdenes de Hitler han sido ya destruidos por los soviéticos o por los alemanes, y muchos otros permanecen sepultados accidentalmente o por otras causas.

viernes, diciembre 25, 2009

Copiar y pegar

Durante la Segunda Guerra Mundial, tres bombarderos B-29 estadounidenses hicieron aterrizajes de emergencia (por separado) en territorio soviético, después de bombardear Japón. Estos incidentes aislados tuvieron una serie de largas y curiosas consecuencias.

Muchas veces la URSS había pedido a EEUU que le vendiera este avión mediante el sistema de Préstamo y Arriendo. Estos bombarderos cuatrimotores eran una de las piezas más importantes del arsenal estadounidense gracias a su enorme alcance y gran carga de bombas. Solamente EEUU e Inglaterra tenían aviones comparables, y los B-29 eran los mejores en lo que hacían. La URSS no podía bombardear Alemania con sus aviones bimotores, y todo país en guerra deseaba tener bombarderos estratégicos de ese tipo: casi todos habín fallado en el diseño de los mismos. EEUU no respondió a los pedidos, ya que querían conservar la exclusividad del arma y no podrían controlar su uso después de dársela a los soviéticos. Aunque aliados, no eran naciones precisamente amigas.

No sorprende entonces que la URSS se negara a devolver los aviones que llegaron a su territorio. EEUU los solicitó numerosas veces; ambos países eran aliados, pero la URSS tenía un trato de no agresión con Japón, de manera que se negaba a hacerlo ya que estas armas serían usadas de nuevo contra este país y eso podría interpretarse como una rotura del tratado.

Stalin, en realidad, tenía otra idea en mente. Ordenó a la oficina de diseños Tupolev que copiara el avión mediante ingeniería inversa, lo cual derivó en la creación del Tupolev Tu-4, prácticamente idéntico al avión occidental.

En 1947, durante una celebración militar, EEUU comprendió lo que había sucedido. Tres Tu-4 aparecieron en el cielo, siendo confundidos con los B-29 capturados; cuando apareció el cuarto Tu-4, se hizo evidente que la URSS había copiado su mejor diseño, y que poseía entonces la capacidad de bombardeo estratégico. Ese mismo año la URSS detonó su primera bomba atómica; ambos eventos dieron inicio a la carrera armamentística que luego se desataría en todo el mundo.

domingo, diciembre 20, 2009

Guerra mundial, en todo el sentido

La Segunda Guerra Mundial lo fue en todo sentido, lo solamente porque tuvo lugar en todos los continentes, sino porque los que pelearon en ella provenían de todas partes, incluso de países que no estaban en guerra o participaban de diversos bandos.

Un ejemplo lo podemos ver en el XV Grupo de Ejército Aliado que operó en Italia; Segun su Alto Mando, "era una Babel". Y no era para menos: tal vez haya sido el frente con soldados de más nacionalidades y etnias de todas las guerras, modernas y antiguas. Esto planteaba, inevitablemente, frecuentes y problemáticas dificultades en la logística: traductores, comida, aprovisionamiento, organización, etc. Entre sus efectivos se encontraban:
  • estadounidenses, algunos descendientes de inmigrantes italianos y japoneses (llamados nisei, agrupados en una formación especial ya que se temía por su actuación a causa de su origen; su envío a Italia era justamente para evitar que lucharan en el Pacífico);
  • franceses, que luego pasaron a la lucha en su misma patria;
  • brasileros, pertenecientes a la 1º división de la Fuerza Expedicionaria Brasilera. El general Clark comenta que "nos había resultado extraordinariamente difícil encontrar intérpretes de habla portuguesa para los tanquistas que debían apoyar a unidades brasileras en acción";
  • efectivos de las Islas Británicas, entre ellos batallones escoceses, irlandeses (que pidieron, el día de San Patricio, que un avión especial les trajera de su patria una comida tradicional) y británicos;
  • italianos pertenecientes a pelotones de partisanos o del ejército regular, ya que a partir de 1943 Italia estaba de parte de los Aliados;
  • griegos;
  • canadienses pertenecientes a toda la geografía de dicho país, algunos hablando inglés y otros francés;
  • sudafricanos, tanto de origen occidental como nativos, representados entre otros por los "Springboks" del Mariscal Smuts, el Batallón de Servicios Especiales de la 6º División Blindada Sudamericana que dejaron sus tanques y combatieron a pie;
  • polacos pertenecientes al 2º Cuerpo Polaco, con parientes en EEUU y que se hicieron famosos al conquistar las alturas de Monte Cassino (entre los cuales se encontraba un oso que era su mascota y combatía con ellos, lo cual da lugara una historia más larga);
  • judíos de Palestina;
  • marroquíes y argelinos de las colonias francesas, que aunque lucharon con gran valor e ingenio, trajeron no pocos problemas de logística;
  • neozelandeces;
  • indios de multitud de etnias reclutadas por los británicos en esa colonia, incluyendo sikhs, maharattas, madrasis, jats, rapjuts, punjabíes, pathanes, baluchis y gurkhas de Nepal; sus religiones y alimentación trajeron no pocos problemas. Los hindúes no podían comer carne de vaca, que consideran sagrada, y los de fe musulmana no podían comer carne de cerdo. A causa de esto, el Octavo Ejército Británico tenía que llevar un rebaño de cabras detrás suyo para alimentarlos a todos por igual.
Por otra parte, había en servicio numerosos cuerpos femeninos de enfermeras y auxiliares, con mujeres estadounidenses, inglesas, sudafricanas y canadienses. Los hospitales tenían que tener multitud de intérpretes y ser capaces de abastecer de alimentos, ropa, medicamentos y demás sin romper ninguna regla cultural. "Hubo un gran revuelo cuando los enfermos árabes franceses se negaron a usar pijamas, usando los pantalones como turbantes", recuerda Clark.

En el otro extremo, los países del Eje tampoco quedaron a la saga. El ejército de la Alemania nazi, presunto representante de la superioridad de la raza aria, se convirtió a lo largo de la guerra en una torre de Babel, al igual que pasó con los Aliados. La necesidad extrema de mano de obra y de soldados los llevó a aceptar en sus filas a soldados capturados, rusos que detestaban el comunismo, y otras nacionalidades que querían luchar en sus filas por muchos y diversos motivos. Combatieron del lado alemán franceses, croatas, rusos, letones, lituanos, tártaros, norteafricanos, turcomanos, chechenos, e incluso se dice que indios (probablemente capturados de divisiones inglesas en la India, aunque su número fue muy escaso).

Incluso las máximas representantes de los ideales nacionalsocialistas, las SS, admitieron en sus filas a belgas, daneses, holandeses, noruegos, españoles, franceses... y a auxiliares del este de Europa. Esto hizo que, curiosamente, hubiera franceses defendiendo Berlín en la última batalla.

jueves, diciembre 17, 2009

Recompensa helada

Durante la Segunda Guerra Mundial, los pilotos estadounidenses de bombarderos B-29 ponían latas de mezclas de helado en los compartimientos del artillero de popa. Las bajas temperaturas que sufrían a causa de la altura del vuelo, y las constantes vibraciones, hacían un buen helado, que las tripulaciones disfrutaban al volver exitosamente de la misión.

martes, diciembre 15, 2009

Kokura, la ciudad más afortunada

Esta ciudad japonesa bien merece este título. En un primer momento, fue el blanco secundario del Enola Gay, el avión que arrojó la primera bomba nuclear. Como las condiciones climáticas sobre el blanco principal, Hiroshima, eran buenas, este artefacto fue lanzado allí.

Días más tarde, Kokura quedó primera en la lista de prioridades. Japón seguía sin rendirse y las autoridades militares de EEUU necesitaban una ciudad que no hubiera sido ya bombardeada, para poder estudiar los efectos que tenía ese tipo de bombas sobre un blanco civil. Kokura fue puesta entonces como el blanco primario de la segunda bomba atómica.

En la mañana del bombardeo (9 de agosto de 1945), sin embargo, las condiciones sobre la ciudad eran malas. Un ataque con bombas incendiarias sobre la vecina ciudad de Yahata había llenado de humo la zona. El comandante del avión tenía órdenes de lanzar la bomba sobre Kokura sólo si podía verla; como el humo y las nubes lo impidieron, siguieron de largo hacia Nagasaki, el objetivo secundario, donde finalmente la lanzaron.

jueves, diciembre 10, 2009

Rezar y remar

Durante el ataque japonés a Pearl Habor, un capellán de la US Navy se encontró en un predicamento que resolvió rápidamente. Ejercitando una profesión que puede parecer contradictoria, el sacerdote se estaba preparando para una misa al aire libre (el ataque fue el día domingo 7 de diciembre, temprano a la mañana) cuando vio aproximarse a las aviones japoneses.

Ni lento ni perezoso, corrió hasta una ametralladora cercana, la arrastró por su cuenta, la montó sobre el altar y ametralló a los aviones cuando pasaron sobre él. Su pequeña gesta fue inmortalizada más tarde en una canción popular, que se llama "Alabad al Señor y Pasad la Munición" [creo que en el original en inglés es Praise the Lord and pass the ammo.]

martes, diciembre 08, 2009

De algo hay que vivir

El hambre fue una constante en muchas eventos de la Segunda Guerra Mundial: el asedio de Leningrado, las marchas kilométricas por las selvas de Birmania, y un largo y lamentable etc. Lo curioso es el sentido del humor: luego de la caída de Rangun en abril de 1942 las tropas del general Stilwell parecían estar contentos al haber descubierto una nueva vitamina, la G. Era el nombre irónico con el que llamaban a los gorgojos que estaban en sus galletas, ya pasadas.

domingo, diciembre 06, 2009

Curiosa condecoración

Minoru Genda, general japonés que ayudó a planear el devastador ataque japonés a Pearl Harbor, recibió la condecoración de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1959. Esto ocurrió cuando Genda estaba al frente de la nueva fuerza aérea japonesa, y después de haber probado el Starfighter F-104 de la Lockheed en California. Su recomendación fue un factor importante para que Japón comprara los aviones.

martes, diciembre 01, 2009

Recomendación materna

La madre de Douglas MacArthur, conocido estratega estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, tenía por costumbre enviar cartas adulatorias a los superiores de su hijo, sugiriendo que tal vez era tiempo de que su hijo fuera ascendido a general.

viernes, noviembre 27, 2009

Solución desagradable para un problema desagradable

Durante la campaña del desierto contra Rommel, en el norte de África, los británicos y australianos combatieron juntos contra los alemanes. Sin embargo mientras los ingleses tenían los pies llenos de ampollas a causa de las condiciones climáticas, cojeando a causa del dolor, los australianos parecían completamente sanos. Un oficial médico que se interesó en el tema encontró la respuesta un día que vio a un grupo de australianos chapoteando en un charco. Este era el tratamiento milagroso: metían los pies en un agujero con... orina, que al parecer les fortalecía los pies.

miércoles, noviembre 25, 2009

Simplicidad, ante todo

Los soviéticos se destacaron en la Segunda Guerra Mundial por su pragmatismo y practicidad a la hora de fabricar armas de todo tipo. Las palabras de un oficial del cuerpo escandinavo del III Cuerpo Panzer de las SS, compuestos por voluntarios, ilustran genialmente esta tendencia. El Cuerpo estaba sitiando Leningrado, y el generador de electricidad instalado cerca del cuartel estaba dañado. Se solicitó así a una unidad especializada para repararla y conseguir electricidad.

"El jefe del batallón llegó con algunos de sus técnicos, pero cuando vieron la máquina de vapor tan deteriorada, y más vieja que la máquina de Fulton, no hicieron más que sacudir la cabeza. Debido a que su arreglo parecía imposible a los técnicos alemanes, se intentó probar de otra manera. Entre los prisioneros rusos tomados por el regimiento "Dinamarca" se encontraba un grupo de técnicos, electricistas, mecánicos, etc. El regimiento, con mucho gusto, le prestó al comando de la agrupación a una media docena de estos hombres. Después de una semana de trabajo, la usina funcionó irreprochablemente y produjo la luz que tanto se necesitaba. Con medios primitivos: troncos y cuerdas, repararon la máquina e hicieron contacto con el dínamo. La usina hacía un ruido espantoso, pero funcionó."

"Este ejemplo, como muchos otros, mostraba como los rusos, con elementos primitivos, podían manejar cosas que una técnica superior tenía que desistir de hacerlo. Los técnicos rusos han gozado de un tecnicismo intuitivo, que perdieron los hombres con una instrucción superior."

"Lo mismo se presentaba con toda la técnica rusa. Una vez, inspeccionando un avión ruso derribado por el fuego alemán, observamos que el aparato era muy primitivo; tenía lo estrictamente necesario para volar y carecía de la multitud de instrumentos que llenaban el tablero de los aviones alemanes. Preguntamos al aviador ruso: "¿Cómo es posible volar con estos medios tan arcaicos?". El piloto contestó: Nosotros calculamos que un avión ruso vuela, término medio, siete veces antes de ser derribado o destruido... ¿Para qué gastar tanto dinero por siete vuelos? ¿No es preferible construir el doble de aparatos primitivos que la mitad de aparatos perfectos?"

viernes, noviembre 20, 2009

Disciplina y moral

Luego de la batalla de Kaserine en África, el II Cuerpo de Ejército de EEUU estaba muy desmoralizado a causa de los graves golpes que había sufrido a manos de las fuerzas de Rommel. Eisenhower resolvió, para reparar esto, la designación del general Patton como nuevo comandante.

La decisión no podría haber sido más acertada. Con una personalidad avasalladora, un carácter firme y decisido y algo excéntrico, era justo lo necesario. El general Bradley comenta en sus Memorias como Patton llegó a su puesto de comando, entre sirenas y la marcha de decenas de vehículos: "en el coche que marchaba a la cabeza, Patton viajaba de pie, como el conductor de una cuádriga. Miraba ceñudamente hacia el viento y su mandíbula presionaba contra el barbijo de malla de un casco con dos estrellas. Dos estrellas de plata, de tamaño excesivo sobre una chapa roja, señalaban su auto de comando." El ego de Patton era otra de sus características.

Pronto encontró el elemento que necesitaba para elevar la moral de su tropa. Durante varios meses de combate, los soldados estadounidenses se habían acostumbrado, como el recluta inglés, a un uniforme desaliñeado, propio del ambiente caluroso y polvoriento. No usaban el casco, sino solamente la gorra de lana que debían llevar debajo.

Patton ordenó un cambio radical. Hizo obligatorio el uso de casco, polainas y corbatas en todo momento, tal como lo marcaba el reglamento, el cual se ejecutaba hasta la última coma. Las multas por no cumplir eran de 25 dólares para soldados y de 50 para oficiales.

El reinado del "escupa y saque brillo" que instauró el general Patton logró justamente su objetivo: soldados más disciplinados, orgullosos y seguros de sí mismos.

domingo, noviembre 15, 2009

¡No me asciendan!

El sargento Richard Dudley era encargado del Casino de Oficiales en la campaña de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el comando del general Bradley. Como cualquier otro establecimiento similar, se encargaba de darle a los oficiales un poco de esparcimiento y un nivel de vida algo más elevado que el del soldado raso. Pero pronto estos comenzaron a quejarse, ya que el contraste era demasiado grande: en las mesas del casino se apilaban vinos de viejas cosechas, jabalíes trufados y los manjares más exquisitos servidos con toda elegancia. Bradley le sugirió cuidadosamente un día:

-Sargento Dudley, espero que no lo tome a mal, pero me parece que tantas comodidades en el frente son discutibles.

-¡Mi general! -le contestó el pelirrojo oficial- Usted haga la guerra y yo me ocuparé de su standard de vida.

Bradley decidió dejar todo como estaba para evitar mayores problemas. Pero el problema no era solamente la superabundancia y el refinamiento del casino, sino también los rumores que llamaban a Dudley "el pirata rojo", a causa de los métodos particulares que se decía empleaba para conseguir esos productos.

Bradley intentó además ascender varias veces al sargento, pero éste siempre se negó, sin exponer nunca las causas de esta decisión. Solamente en los finales de la guerra aceptó ser promovido a oficial, y luego de la guerra, al interrogarle Bradley acerca de eso, Dudley respondió.

-Teniente, ¿por qué esa negativa constante a que lo ascendiéramos? ¿No cree usted que era un exceso de humildad? ¿Se menospreciaba usted?

-No general, pero el ascenso podría haberme hecho perder el puesto que tenía, y créame que en el Casino podía conseguir muchas cosas aparte de estar lejos de las balas...

martes, noviembre 10, 2009

Confianza en el general

El general Clark era conocido como un oficial justo, que mantenía un estrecho contacto con sus tropas y de carácter muy amable. En una ocación, en una revisión de las líneas más adelantadas del frente, se detuvo a conversar con un pequeño soldado que estaba acurrucado en una trinchera. Al despedirse, se dio cuenta de que el hombre no usaba botas reglamentarias, sino una alpargatas de caucho. Lo interrogó sobre esto, y el soldado le explicó que tenía botas, pero estaban muy gastadas y que su número era muy pequeño. Le resultaba muy difícil encontrar botas nuevas de este tamaño.

Sin dudarlo, Clark prometió:

-Le mandaré un par de botas, si es que hay de ese número en el teatro del Mediterráneo.

Luego el general descubrió que el soldado, de apellido Gebhart, tenía razón: de cada 100.000 botas, solamente 67 correspondían al número 7A que calzaba. Sin embargo, se acordó de su promesa y se ocupó personalmente de buscar el par de botas. Incluso las envió al frente utilizando su propio avión. Su ayudante buscó al soldado Gebhart y se lo entregó personalmente:

-El general Clark le manda estas botas -le anunció.

-Gracias -dijo sencillamente, sin demostrar sorpresa ni cambiar de expresión.

-¿No está sorprendido? -se animó a preguntar el capitán Thrasher, ayudante de Clark.

-No -le respondió el soldado-. Me dijo que me los mandaría.

La anécdota fue para Clark una de los más preciosos recuerdos de la guerra, y sirve para mostrar como, para este hombre, incluso el más pequeño de sus subordinados era importante.

jueves, noviembre 05, 2009

Algunos generales también lo hacen

Probablemente el único general que mató personalmente a un soldado enemigo en la Segunda Guerra Mundial fue el general inglés R. E. Urquhart, durante una emboscada enemiga en la arriesgada ofensiva de Arnhem, Holanda, en 1944.

miércoles, noviembre 04, 2009

Nuevo sitio: Cuadernos de la guerra

Desde hace tiempo, ciertos contenidos de Casus Belli estaban quedando fuera de lugar. Tenían que ver más con la historia en general que con el enfoque tecnológico, el cual era lo central de este sitio. Pero como soy un aficionado a la historia en general, y la Segunda Guerra Mundial es, desde niño, casi un campo de juego e investigación, me pareció irresistible una nueva idea: un sitio en donde desarrollar las anécdotas de este período, además de incorporar biografías, análisis de batallas, datos curiosos y un largo etc.

Es por eso que decidí crear Cuadernos de la Guerra. Un sitio independiente de Casus Belli. Un lugar con un diseño diferente y reglas diferentes, para el disfrute de los muchos que gustan de bucear en esos años tan turbulentos. Allí he desplazado parte del contenido de Casus Belli que continuaba estando fuera de lugar, pero esto es sólo una primera etapa: pronto comenzaré a crear material nuevo (algo de eso hay en esta primera etapa, también).

Espero que les guste y lo disfruten. Visítenlo y déjenme sus comentarios.

lunes, noviembre 02, 2009

Mala decisión

Uno de las operaciones más desastrosas que llevaron a cabo los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Dieppe, fue decidido ¡por un subteniente! Luego de decenas de reuniones secretas, los altos mandos de todas las fuerzas de tierra, aire y mar se reunieron nuevamente a dar el OK definitivo a la operación, el primer desembarco a gran escala de la guerra. Sin embargo, al no ponerse de acuerdo, dejaron el manos del subteniente Ronald Bell la decisión. Siendo un oficial meteorólogo, Bell solamente pudo decir: "En mi opinión, el buen tiempo reinará en la zona del Canal".

Sus superiores tomaron eso como una buena señal y dieron el visto bueno a la operación. Lamentablemente para la causa aliada, el subteniente se equivocó. Pero peor que el clima fue el resultado de las operaciones militares, que fueron desastrosas. Costaron valiosos hombres y material a los aliados en un desembarco inútil que tuvo que ser abortado.

viernes, octubre 30, 2009

Obediencia a toda prueba

El teniente japonés Hiroo Onoda es el ejemplo extremo de la obediencia militar. En 1944, mientras actuaba en la isla filipina de Lubang, su comandante le ordenó mantenerse en su puesto "aún cuando la unidad a su mando fuera destruida". Onoda acató la orden por 29 años; cuando en 1975 se rindió portaba todavía su viejo fusil y pretendía seguir peleando si era necesario. Había cumplido 52 años y continuaba oculto en los bosques de la isla. Ignoraba completamente que la guerra había terminado; al momento de su captura, declaró: "no me entregué antes porque no había recibido la orden de hacerlo".

Este sin embargo no fue el único caso de soldados japoneses que se negaron a rendirse. Como el Emperador Japonés transmitió la rendición por radio, y nunca nadie había escuchado su voz, muchos efectivos a su mando creyeron que era una treta del enemigo, y se resistieron a pensar que su líder, que tenía rango de divinidad, se rendiría de esa manera. Los que estaban más cerca del frente eventualmente comprendieron la realidad, pero ciertas unidades muy diezmadas no escucharon la transmición o no la creyeron. Sin contacto con otros, por muchos años existieron soldados japoneses "perdidos" en las selvas de Filipinas u otros lugares similares. Estos soldados tuvieron que ser convencidos por funcionarios filipinos y delegados japoneses que luego se encargaban de restituirlos a su país.

Incluso hacia 2005 había todavía rumores de más soldados de este tipo en ciertas zonas inaccesibles de Filipinas. El caso extremo es el de un soldado japonés que en ese año fue ubicado en Ucrania, país en el que se había casado. Durante todo ese tiempo había sido dado por desaparecido.

domingo, octubre 25, 2009

Acuerdos y desacuerdos

La retirada alemana de Grecia, que tuvo lugar en septiembre de 1944, fue uno de los episodios más extraños de la Segunda Guerra Mundial, a niveles que rozaban lo ridículo.

La evacuación se llevó a cabo tras la caída del frente sur de Rusia y el pase de Rumania y Bulgaria al campo aliado. Estos países habían sido invadidos por la URSS y, al pasarse a la órbita soviética, comenzaron a responder a la misma.

Alemania no podía sostenerse más en la región griega, teniendo en cuenta además los ataques de los partisanos. Debían evacuar a su personal de la península, para impedir que fueran capturados y muertos por la encerrona soviética.

El problema era que las fuerzas en la región, si bien eran pocas para una defensa coordinada, eran también demasiado grandes para lograr una evacuación eficiente y ordenada. Apenas había algunos aviones y buques viejos. La retirada hubiera sido imposible de realizar (al menos sin gravísimas perdidas) de no haber mediado un acuerdo entre ingleses y alemanes, según cuenta el ministro alemán Speer en sus memorias.

Durante varios meses, los aliados se repartieron la geografía europea que nacería luego de la guerra, que ellos ya veían se ganaría en 1945. En ese momento, a los británicos les preocupaba mucho el súbito desmoronamiento del frente oriental, que permitía que la URSS se apoderara de una gran cantidad de países que luego quedarían bajo su influencia. Les interesaba mucho poner un tope a esa expansión, y entonces vieron la oportunidad de hacerlo en Grecia.

Bajo los términos del acuerdo secreto, los ingleses no atacaron a las unidades alemanas que evacuaban Grecia. Por su parte, los alemanes debían hacerse fuertes en el puerto de Salónica, defendiéndolo de los soviéticos hasta que llegaran las unidades inglesas que los vencerían.

La propuesta al parecer partió del ayudante de Hitler, Jodl. Speer dice por fin que el único comentario que hizo Hitler al final de la operación fue: "es la última vez que nos prestamos a una cosa así."

martes, octubre 20, 2009

Totalmente perdidos

Luego del desembarco en Normandía, el terreno conocido como bocage le trajo muchos problemas a los aliados. Una mezcla de pantanos, granjas, bosquesillos y tierras abandonadas, separadas por setos de arbustos o montículos de tierra sobre un territorio de colinas y depresiones confundía a los soldados sobre su verdadera posición. El reconocimiento aéreo había calculado que se trataban de setos de uno o dos metros de altura, pero muchos de ellos tenían siglos de antigüedad y eran totalmente impenetrables e imposibles de escalar; ni siquiera los tanques podían pasar sobre ellos.

En este lugar, los soldados se perdían fácilmente, los vehículos no podían avanzar y la coordinación del fuego de artillería se hacía así cada vez más difícil. Se sabe que al menos en una ocasión un observador de artillería solucionó el problema ordenando abrir fuego sobre lo que se creía que era su propia posición, para luego ver dónde caían realmente los proyectiles.

jueves, octubre 15, 2009

Advertencia y precaución

Durante el levantamiento de Varsovia, la resistencia polaca tenía que enfrentarse a los bien blindados tanques alemanes en las calles, sin la ventaja de tener armamento pesado. La manera que desarrollaron fue el ataque con bombas de gasolina, armadas con botellas de vidrio: las famosas "bombas Molotov" empleadas anteriormente por muchas otras fuerzas de resistencia. Sin embargo, necesitaban recurrir a métodos mucho menos ortodoxos para hacerles frente.

Comenzaron a minar las calles, pero pronto se terminaron los explosivos. Entonces pintaban el suelo de las calles de blanco, y ponían carteles en polaco que decían: "cuidado, zona minada" o algo parecido. Los alemanes muchas veces evitaban, por sana precaución, esas zonas.

Al menos en una oportunidad, se sabe que un tanque alemán retrocedió ante un misterioso artefacto: una botella pintada de rojo que pendía de un cable tendido entre dos balcones. Los tripulantes del tanque no sabían cómo podía funcionar, pero no se atrevieron a ver si la trampa era falsa o verdadera.

En otra ocasión, en una calle en declive, una guarnición de soldados polacos dejó rodar, ante el avance de blindados alemanes, varios barriles pintados como si fueran de aluminio. Al ruido que hacían al saltar y rodar fue suficiente: los tanques les dispararon, pero al mismo tiempo dejaron de avanzar por la calle y se replegaron, evitando el contacto con la peligrosa carga que, erróneamente, suponían que cargaban.

sábado, octubre 10, 2009

Absurdo sacrificio

Durante el cerco soviético a la ciudad de Stalingrado, en donde se había atrincherado el VI Ejército alemán a las órdenes del general von Paulus, Hitler acudió a un curioso argumento para evitar que éste se rindiera. Pensó que, como ningún mariscal alemán se había rendido antes ante el enemigo, lo mejor era ascender a von Paulus a mariscal. Así lo hizo, y von Paulus entró a la historia como el primer mariscal alemán en rendirse y ser capturado.

A Hitler, por supuesto, la noticio lo llenó de indignación, sin importarle la gran cantidad de bajas alemanas completamente inútiles y el sacrificio total de muchos de sus hombres; en ese momento exclamó: "¿Cómo puede uno rendirse a los bolcheviques? ¿Por qué no se ha suicidado von Paulus? Los antiguos jefes guerreros, cuando todo estaba perdido, se arrojaban sobre su espada."

jueves, octubre 08, 2009

Flema británica

Durante la campaña inglesa contra los japoneses en Birmania, el teniente coronel Lowther es condecorado con la Orden al Servicio Distinguido por su sangre fría durante el combate. En el punto más crudo de la última batalla, Lowther había dirigido las operaciones... sentado en una reposera y tomando una taza de té, en un punto donde permanecía a tiro de cualquier arma japonesa.

Este tipo de acciones no hacía más que reforzar la leyenda de la tradicional flema británica. En esa misma campaña, los británicos quedaron escandalizados al ver lo que hacían algunos japoneses con sus prisioneros, desde usarlos para prácticas con bayoneta hasta quemar vivos a los heridos dentro de las ambulancias. En una ocasión, un oficial fue atado a una barricada sobre la que sus camaradas estaban descargando la artillería. De alguna manera logró desatarse, y lo primero que hizo luego de correr hacia las líneas amigas fue informar que estaban errando el tiro por 50 metros. Los artilleros corrigieron el dato y lograron facilitar el avance.

viernes, septiembre 25, 2009

Un general escurridizo

En 1940, el Alto Mando francés se encontraba en una situación altamente caótica. Los efectivos alemanes habían invadido gran parte del país y las retiradas se sucedían constantemente. Entre el cúmulo de órdenes y contraórdenes que se dictaban desde París, a veces muy lejos del lugar del conflicto, una en especial le ordenaba al general Henri Giraud, comandante del 7º ejército francés, que se hiciera cargo del comando del 9º ejército. Giraud partió con su Estado Mayor hacia la frontera franco-belga, en donde está luchando su nueva unidad.

Luego de dos horas de marcha, llegaron a la sede del comando; el general Giraud descendió de su vehículo y caminó unos pasos. No pudo creer lo que vió: frente a él, soldados alemanes hacían el saludo militar. Un oficial se adelantó, entrechocó los talones y saludó. Sin abandonar su posición de firme, le dijo:

-¡Es usted nuestro prisionero, señor general!

Con gran asombro, Giraud entró en la sede del comando. El oficial alemán le informó:

-Han tenido mala suerte. El anterior comando del 9º ejército abandonó la región hace media hora. Quince minutos después llegamos nosotros. Hubiera sido una falta de consideración no esperarlos...

Giraud se convirtió así, sin saberlo, en el primer general en ser capturado en ambas guerras mundiales. Sin embargo, dos años más tarde, el general se escapaba de sus captores, al igual que había hecho en la Gran Guerra, y pudo volver con los aliados para encabezar operaciones militares contra el Eje.

martes, septiembre 22, 2009

Secreto recursivo

A veces las ansias de mantener un avance tecnológico fuera del alcance del oído enemigo es algo exagerado, y en la Segunda Guerra Mundial los ejemplos abundaron de uno y otro lado. El caso del radar es uno de los más curiosos, como comentó en su momento el encargado de una estación inglesa:

"La bateria antiaérea que mandé en los primeros días de la 2ª guerra Mundial estaba equipada con radar, que entonces estaba en su infancia y clasificado como alto secreto. Efectivamente, era asunto tan reservado que en la conversación nos estaba prohibido referirnos al radar por su nombre. En plena Batalla de Inglaterra, un enlace motorista fue a buscarme para darme un paquete marcado "Alto Secreto". Entré en mi oficina para leer el vital despacho en privado. Tuve que romper no menos de 5 sobres hasta llegar por fin a una hoja pequeña de papel que decía: "Alto Secreto: la palabra radar ya no es secreta".

domingo, septiembre 20, 2009

Problemas de alojamiento

Durante la guerra en Francia, los pilotos de cazas alemanes tenían problemas para encontrar buenos aeródromos de los cuales despegar. El avance de las divisiones de tierra era tan rápido, que después de pocos días de llegar a un lugar, tenían ya que empezar a buscar de nuevo otra pista de aterrizaje, porque de otra manera se quedaban cortos con el alcance de la "sombrilla aérea".

Así se sucedieron muchas curiosas anécdotas. Por ejemplo, un piloto del JG2, con órdenes de buscar una pista para su escuadrón, reclamó un buen lugar cerca de Charleville, pero otros pilotos del JG27 llegaron antes y se lo "robaron". Entonces, pasó a la población cercana de Signy-Le-Petit: allí había un excelente lugar, pero estaba el inconveniente de que había muchos soldados franceses en los bosques cercanos. Pero el piloto no se dejó vencer: eligió a 10 hombres, les dio armas y se fue como infantería a peinar la zona. Capturó a un Jefe de Ejército francés, tres generales de división y 200 soldados coloniales. Pero todavía tenía trabajo para hacer; previendo la llegada posible de más tropas enemigas, revisaron los restos de los aviones Potez que había abandonados en la pista, les retiraron sus ametralladoras y las usaron para armar un perímetro de defensa en la parte superior de una granja cercana. En el piso de abajo, estaba el mejor disfraz para una posición: había un bar y un burdel, que funcionaba normalmente incluso en esas condiciones.

El otro extremo lo experimentaron los pilotos del I.(J)/LG2, quienes tuvieron que quedarse en un convento de monjas durante buena parte de la campaña.

Mientras tanto, irónicamente, los pilotos que habían "usurpado" al otro piloto la pista de Charleville, eligieron muy mal. El sitio estaba dentro del alcance de la artillería francesa, quien los castigaba sorpresivamente. El suministro de materiales se hizo difícil, porque los aviones podían ser derribados si tenían mala suerte. Como comenzó a escasear el combustible, tuvieron que empezar a "requisar", al parecer sin orden superior, el combustible sobrante de todos los aviones que aterrizaban allí. Simplemente le sacaban todo lo que no necesitaban para llegar a la siguiente pista. Este tratamiento fue inmisericorde, porque incluso lo hicieron con un Ju-52 que pertenecía a la unidad personal de transporte de Hitler.

Las situaciones eran a veces desesperadas. Algunos cazas terminaban aterrizando de emergencia en aeródromos abandonados, entre pilas de chatarra y cráteres de bombas. A veces las tropas francesas seguían hostigando a los aeropuertos improvisados. La falta de comunicación con los aviones también traía problemas. En un aeródromo improvisado, le dieron la bienvenida a un Bf-109 con una multitud de bengalas rojas. El piloto se aproximó, vio una serie de banderines rojos sobre una zona despejada, y los usó como referencia, aterrizando en la ruta que marcaban. Cuando aterrizó, recibió (seguramente con terror) la noticia de que la ruta de banderines no era la pista de aterrizaje, sino una advertencia, ya que en ese lugar habían caido varias bombas que no habían estallado.

jueves, septiembre 17, 2009

Información confidencial

A principios de la Segunda Guerra Mundial, unas de las principales tareas de la RAF era la de lanzar octavillas de propaganda sobre Alemania, que instaban al pueblo a derrocar el régimen nazi de Hitler y rendirse a los Aliados. Pero curiosamente, cuando un sencillo ciudadano británico pidió ver una de las octavillas, le dijeron que no era posible por razones de seguridad, "pues la información alli contenida podría caer en manos del enemigo".

miércoles, septiembre 16, 2009

A la caza de personajes peligrosos

A mediados de 1940, confiado en poder conquistar Inglaterra como lo había hecho con gran parte de Europa, el gobierno alemán ordenó que la Gestapo comenzara a crear listas de detenidos luego de la invasión. Curiosamente, en estas listas aparece el nombre de Sigmund Freud, detallando su domicilio en Londres y su condición de judío. Sin embargo, el padre de la psicología había muerto el 23 de setiembre de 1939.

Otro que aparecía en las listas era Winston Spencer Churchill, a la sazón Primer Ministro Británico, aunque su captura hubiera sido un poco más complicada.

lunes, septiembre 14, 2009

Derribados por sus propias bombas

En los primeros años de la guerra, Inglaterra estaba pésimamente preparada para enfrentar la amenaza submarina desde el aire. La mayoría de los recursos para aviones iban para la RAF, en lugar de para la Royal Navy, que disponía de aparatos bastante primitivos para enfrentarse a los alemanes. Los aviones no tenían más que pequeñas bombas para auyentar a los submarinos, y para colmo no tenían el equipo para apuntarlas, de manera que tenían que lanzarla a ojo desde corta distancia.

El 14 de septiembre de 1939 lo que podría haber sido uno de los primeros hundimientos de submarinos alemanes fue todo lo contrario... Dos bombaderos en picado del portaaviones Ark Royal divisaron a un buque enemigo, lanzándose en su persecusión. Habiendo bajado en picada tanto como se atrevieron, lanzaron sus bombas y se alejaron. Lamentablemente para ellos, tuvieron tan mala suerte que éstas rebotaron sobre el océano en su misma dirección. Los detonadores se habían activado por el impacto, de manera que cuando tocaron a los aviones estallaron, dañando la metralla a los aviones e hiriendo a los pilotos. Al caer sobre el océano, fueron capturados por el personal del submarino y hechos prisioneros.

Aunque el problema del rebote continuó hasta que los ingleses no diseñaron una bomba diferente, parece ser que éste fue el único caso de auto-ataque involuntario.

sábado, septiembre 12, 2009

Tranquilidad subterránea

Durante el año de 1944 las tropas alemanas en Italia defendieron la denominada Línea Gustav con obras de ingeniería de enorme envergadura. Expertos en defensa en profundidad, construyeron túneles por debajo de las montañas, fuertes en cada loma, campos minados, alambradas y trampas antitanque. Los túneles eran verdaderas fortalezas en donde se acumulaban provisiones, medicamentos y municiones; estaban reforzados con vigas de acero y durmientes de vías de ferrocarril. A pesar de los enormes ataques de la artillería aliada, nunca pudieron ser destruidos.

Según palabras del mismo general Clark, "más tarde supimos que durante uno de nuestros ataques de bombardeo y artillería más intensos (un ataque en el que arrojamos todo el peso que nuestras fuerzas pudieron reunir contra una zona objetivo relativamente pequeña) en un depósito subterráneo de la montaña un grupo de oficiales alemanes jugaba a las cartas. No se levantaron de la mesa durante todo el transcurso del ataque; nuestro mayor esfuerzo ni siquiera logró desbaratar ese partido de cartas."

jueves, septiembre 10, 2009

Ayudando al enemigo de mi amigo

Hasta 1938, Alemania tuvo una misión militar en China, adiestrando los soldados del general nacionalista Chiang Kai-shek. Desde 1928, estas tropas estuvieron enseñando a los chinos el arte de la guerra, incluso suministrándoles indumentaria como cascos y artillería.

Lo curioso es que existía una extraña relación entre todos los actores. China estaba pasando por una guerra civil, ya que el gobierno nacionalista estaba luchando contra los comunistas (esta fue, posiblemente, la razón por la cual Alemania continuó ayudando a este país al llegar Hitler al poder). Por otra parte, China y Japón entraron en guerra a mediados de 1937.

En 1938, bajo la presión diplomática de Japón, Alemania aceptó dejar de adiestrar a los chinos. En 1940, Japón se integraría al eje Roma-Berlín. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, y lo enseñado a los chinos ayudó grandemente a resistir al invasor.

lunes, septiembre 07, 2009

El secreto del combustible artificial

Muchas personas no saben que gran parte del combustible y lubricantes utilizados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial eran artificiales.

País netamente importador de petróleo, Alemania siempre tuvo como desafío satisfacer sus necesidades energéticas. Después de la Primera Guerra Mundial, momento en el cual se hizo evidente la necesidad de contar con combustible para aviones, camiones, tanques, etc. (pues el motor de combustión alcanzó su mayoría de edad y se impuso en este conflicto), diferentes iniciativas confluyeron en la búsqueda de una solución.

Dos de ellas fueron las más utilizadas, ambas utilizando carbón, que era relativamente fácil de conseguir por motivos geográficos:
  • la hidrogenación del carbón, convirtiendo el mineral en un líquido. Esto se logra agregando una serie de aceites pesados y catalizadores al carbón, y mezclándolos a temperaturas por encima de los 400º, en usinas fabricadas a tal fin. El proceso da como resultado un compuesto líquido que tiene dos átomos más de hidrógeno. Este proceso se denomina proceso de Bergius, por un químico alemán que lo descubrió en 1913, y luego ganó el premio Nobel de Química en 1931 (compartido).
  • la licuefacción del carbón, por un proceso denominado Fischer-Tropsch, por dos químicos alemanes que lo investigaron en la década de 1920. Este complicado proceso químico implica convertir en gas al carbón (también se puede usar madera, como fue el caso alemán, para cuyo fin se usaron tanques en desuso). Luego este gas sintético (mezcla balanceada de hidrógeno y monóxido de carbono) se combina con una serie de catalizadores (generalmente hierro o cobalto), y por una serie de procesos físicoquímicos esta mezcla se convierte en un hidrocarburo ligero (etanol), el cual es procesado una y otra vez, hasta hacerlo más pesado y convertirlo en gasolina o incluso en diesel.
Por años, aunque la Alemania Nazi se esforzó por apoderarse de los campos petrolíferos soviéticos y de otros países de Europa del Este, no logró grandes resultados en ese campo. Irónicamente, nunca apuntó sus armas al Medio Oriente, porque allí no se conocían todavía la existencia de grandes masas de petróleo y gas natural. Durante los crudos años de la Segunda Guerra Mundial, las fábricas de combustible artificial permitieron que incontables aviones, tanques, camiones y otros vehículos se mantuvieran en movimiento, incluso cuando Alemania no tenía grandes proveedores regulares de petróleo. Hacia el final de la guerra, sin embargo, esto no fue suficiente, y la falta de combustible causó no pocos problemas.

Luego de la caída de Alemania, estos procesos industriales fueron casi totalmente olvidados, debido al descubrimiento de grandes campos petrolíferos como los ya mencionados en Medio Oriente, y el aprovechamiento de otras fuentes asociadas, principalmente el gas natural, que resultaba mucho más barato.

Sin embargo, ahora estos procesos son vistos como una alternativa renovable a la prevista escasez y desaparición del petróleo. Uno de los principales problemas técnicos es la relativamente grande (dependiendo del proceso) emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Algunas empresas están trabajando para neutralizar al menos en parte esta situación, tratando también de simplificar los procesos y abaratar sus costos. Esto hace que no sea descabellado pensar que el día de mañana nuestros vehículos se muevan, totalmente o en parte, con un combustible creado por una tecnología que tiene casi cien años de antigüedad.

viernes, septiembre 04, 2009

Primeros derribos

Apenas comenzada la invasión de Polonia, la gran cantidad de actividad aérea proporcionó muchas oportunidades de derribo a ambos bandos. Los tres primeros se produjeron en contados minutos.

Irónicamente, los alemanes anotaron su primera victoria aérea a cargo de un bombardero en picada Stuka. Al regresar de una temprana misión de bombardeo, aparatos del I./StG2 sobrevolaron sin darse cuenta un aeródromo polaco secreto, en el cual se habían dispersado parte de los aparatos de este origen. El líder de la formación en tierra, al escuchar los motores, hizo despegar a sus pilotos para iniciar una persecusión. Al poco tiempo, sin embargo, el capitán Mieczyslaw Medwecki era derribado por un Stuka que se posicionó detrás suyo, explotando su PZL P.11 y muriendo en el acto. El responsable de este derribo fue el teniente Frank Neubert, que pilotaba uno de los Stukas de la formación.

Un compañero del capitán
Medwecki sobrevivió al ataque, y se retiró buscando otras presas, más arriba. El teniente Wladek Gyns se encontró así con dos bombarderos bimotores Dornier Do 17E, que volvían de atacar Cracovia. Aparentemente estos no estaban debidamente escoltados y posiblemente sus tripulaciones estaban distraídas, pensando que no habría resistencia polaca y su misión había terminado. Gyns ametralló a ambos, pero los perdió de vista cuando se ocultaron detrás de una colina, y no pudo apreciar si les había hecho daño. Poco tiempo después, ambos aparatos se estrellaban apenas separados por 100 metros, indicando el primer derribo doble de los polacos.

Por varios días más, este tipo de enfrentamientos a pequeña escala continuaría, hasta que Inglaterra y Francia se unieron tímidamente al conflicto. Entonces se dieron nuevas oportunidades para anotar las primeras victorias de otros pilotos.

El 4 de septiembre de 1939, una formación de Me-109 basados en el Mar Báltico interceptó a dos bombarderos ingleses Wellington. Dos pilotos derribaron uno cada uno, aproximadamente a mismo tiempo (18:15 horas). Al regresar a tierra, se le concedió el honor de entrar en la historia al sargento Alfred Held, como el primer alemán en derribar un avión inglés en ese conflicto. El otro piloto, sargento Hans Troitzsch, fue relegado a ser el segundo. Held, sin embargo, moriría el 17 del mismo mes, víctima de un accidente, logrando entrar en la historia de la Luftwaffe con un sólo derribo.

Terminada la guerra, el superior de ambos en esa época, comandante Carl Schumacher, declaró que siempre había creído que era Troitzsch, y no Held, el que debería haber tenido los honores.

miércoles, septiembre 02, 2009

El Stuka Lied, por Casus Belli

Este año se cumplen 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Como ya habrán visto, he podido dedicar mi tiempo a actualizar y añadir artículos sobre diferente armamento de la época, tratando de equilibrar lo menos conocido y lo más conocido.

En conmemoración de esta fecha, 1º de septiembre, y gracias a que ahora tengo los medios necesarios, me di el gusto de cumplir un pequeño sueño y traerles un nuevo video, acerca del avión que inició el conflicto, lanzando las primeras bombas y derribando los primeros aviones enemigos: el Ju-87 Stuka. Con el video está el himno que se creó para este avión y sus pilotos, traducido lo más exactamente que pude. Espero que lo disfruten. Lamentablemente, no sé si podré seguir actualizando el sitio durante el resto del año, o si podré escribir todo lo que tenía en mente, pero creo que pude hacer un trabajo bastante bueno teniendo en cuenta todo lo que pasó, bueno y malo.


Stuka Lied (subtitulado) por Casus Belli from Gastón Flores on Vimeo.

martes, septiembre 01, 2009

El inicio de la Segunda Guerra Mundial

El comienzo de la Segunda Guerra Mundial estaba fechado para el 26 de agosto de 1939. Por supuesto que Adolf Hitler, el mayor responsable, no sabía que la invasión alemana de Polonia iba a desatar una guerra mundial, aunque tal vez lo intuía. De todas maneras, el verdadero comienzo de este evento tan destructivo estuvo rodeado de muchas extrañas situaciones que marcan varios inicios falsos del conflicto.

Hacia principios de 1939 Alemania había abandonado el tratado de no agresión con Polonia, y había comenzado una carrera diplomática para justificar lo injustificable. Hitler había señalado al 26 de agosto como el comienzo del ataque a Polonia. Hasta último momento había pedido demasiado a los diplomáticos británicos, sabiendo que estos y los polacos se negarían a sus reclamos.

Con las divisiones del ejército en marcha, Hitler recibió a las 6 de la tarde del 25 de agosto, dos noticias bastante nefastas. Primero fue una carta de Benito Mussolini, quien le advertía que Italia no podía entrar en guerra sino hasta 1942 (el mismo Hitler había marcado a sus oficiales superiores que la fecha de la guerra sería 1945, cuando su maquinaria bélica estuviera más madura, pero luego no cumplió su promesa; por su parte el Duce puso una excusa similar diciendo que su país no estaba listo todavía). La segunda noticia fue que Inglaterra y Polonia habían acordado firmar un acuerdo de asistencia mutua, lo que hacía imposible el deseo del Führer de que los ingleses no entraran en guerra con Alemania.

Con unas 60 divisiones avanzando hacia la frontera, Hitler dio la orden de detener todo, lo que fue cumplido con mucho esfuerzo por parte de sus oficiales. Sin embargo, al menos una unidad de comandos protagonizó un curioso evento. Enviados a tomar el paso de Jablunka, en un sitio muy escarpado de la frontera que albergaba una estación de radio y un destacamento polaco, aparentemente no recibieron la orden de radio.

La mañana del 26 de agosto, este destacamento de soldados a las órdenes del coronel Albrecht Herzner capturó la población y su estación de trenes. Como su misión era secreta y la orografía aparentemente muy mala, el grupo había salido varios días antes, para hacer coincidir su llegada con la planeada invasión. Las montañas pueden haber contribuido al hecho de que sus superiores no lograran contactarlos por radio. Lo cierto es que los comandos tomaron el destacamento, pero para el mediodía la esperada vanguardia alemana no había aparecido y los 2.000 prisioneros polacos seguían insistiendo en que nada sabían de la guerra entre ambos países. Finalmente, al coronel le llegó la orden de retirarse discretamente. Curiosamente, este asalto no volvió a repetirse el 1º de septiembre, sino recién el 2, y posiblemente tuvo una preparación diferente para no alertar a los ya prevenidos polacos.

Esto no fue más que una muestra de lo que vendría. Las operaciones de comandos para justificar el inicio de la guerra estuvieron a la orden del día pocos días más tarde. Hitler intentó nuevamente lograr concesiones irrealizables por parte de los polacos, fechando en el 1º de septiembre la invasión definitiva.

El día anterior, numerosos grupos de comandos de las SS crearon gran confusión en la frontera. Un hecho en particular sobresale al mostrar la desesperación de Hitler en crear excusas para la imposible agresión polaca.

El primero tuvo lugar a las 20 horas del 31 de agosto en Gleiwitz, una población alemana de la frontera. Alfred Naujocks, un oficial de la SS, dirigió a un pequeño grupo de soldados (aparentemente, 8 o 10, varios de los cuales eran convictos) vestidos con uniformes polacos, a tomar la estación de radio de dicho lugar. Los asaltantes llegaron al lugar y lo capturaron, ejecutando en el momento a un supuesto soldado alemán (en realidad era un prisionero adormecido con drogas y vestido como soldado). Una vez dentro de la estación, un soldado leyó al aire una declaración en polaco, diciendo que es momento de que Alemania y Polonia se enfrenten. Luego, los soldados de las SS hicieron algunos disparos (algunas fuentes dicen que ejecutando a los convictos, que ahora se hicieron pasar por soldados alemanes). Después de esto, huyeron con dirección a la frontera polaca. Los cuerpos quedaron tendidos y listos para ser usados como evidencia por las autoridades alemanas. Todo el poblado ha sido testigo de la agresión, y la noticia corre como reguero de pólvora.

A Naujocks la orden le había llegado el 10 de agosto, pero no fue el único que ejecutó órdenes similares. Estos comandos, aunque aparentaban ser polacos regresando a su lado de la frontera, una vez fuera de vista torcían su recorrido y volvían a bases alemanas.

Al día siguiente, Hitler tenía excusas suficientes como para declamar que esa noche tropas regulares polacas habían atacado Alemania, estipulando que a partir de las 05.45 de la madrugada se había iniciado la confrontación entre ambos países. Este anuncio se hizo a las 10 de la mañana en el Reichstag.

Se tiene por horario oficial de la Segunda Guerra Mundial esa hora, que fue en la cual se comenzó el cañoneo de posiciones polacas. Curiosamente el encargado de esto fue un viejo acorazado escuela de la Gran Guerra, que estaba amarrado en Danzig, el Schleswig-Holstein. Su objetivo eran polvorines polacos en la cima de una colina, a sólo 250 metros de sus bocas de fuego de 280 mm. En realidad, el acorazado aparentemente disparó a las 04.57 (hora local)

Sin embargo es un hecho poco conocido que, 21 minutos antes, una escuadrilla de aviones Stuka despegó de una base de Prusia Oriental. Su objetivo era un puente de hierro sobre el río Vístula, a 8 minutos de vuelo. Allí debían evitar que los polacos, que habían montado un sistema de demolición, lo destruyeran, y para eso debían cortar el alambre que iniciaría las detonaciones. Aunque tuvieron éxito en esta misión (que incluso se adelantó al horario oficial), de poco sirvió porque a las 6.30 los polacos pudieron dinamitar el puente.

Dos días más tarde, el 3 de septiembre de 1939, Inglaterra y Francia le declaraban oficialmente la guerra a Alemania, comenzando así la verdadera guerra mundial.